Cultura del miedo
Accidentes ferroviarios, asesinatos, violencia en el fútbol, robos, inseguridad en la calle y demás. Nadie puede negar que todo esto sucede en la Argentina de hoy, y por más que los medios de comunicación opositores al Gobierno quieran buscar un aprovechamiento de todo esto, la coyuntura antes descripta no resulta una mera sensación o una absoluta intención golpista en contra del Kirchnerismo como varios funcionarios oficialistas nos quieren hacer creer. Todo este triste entramado va configurando en nuestro país una especie de “cultura del miedo” que poco a poco (ayudada por los desatinos reales del oficialismo y las exageraciones de los medios de comunicación masivos) va penetrando cada vez más en el seno de la sociedad Argentina.
Como expresa el escritor y periodista Eduardo Galeano en un fragmento de su libro "Patas Arriba. La escuela del mundo al revés": "...Es el tiempo del miedo. Miedo de la mujer a la violencia del hombre y miedo del hombre a la mujer sin miedo. Miedo a los ladrones, miedo a la policía. Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar. Miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo de morir, miedo de vivir". En este excelente y audaz pasaje de su obra, Galeano hace un excelso retrato de lo que representa el ya mencionado concepto de la "cultura del miedo". Precisamente, esta nación (desarrollada por diversos intelectuales de la talla de Noam Chomsky, Frank Furedi, entre otros) alude a una apreciación general del temor y zozobra en discursos públicos de índole político o mediático y en las relaciones personales. Asimismo, cómo ésta puede afectar la manera en que los individuos interactúan entre sí, como personas comunes en el cotidiano y como agentes económicos, gubernamentales, etc. La mayoría de los usuarios de este concepto, tienen en común la aseveración elemental que la cultura del miedo es un fenómeno relativamente novedoso en la sociedad capitalista moderna relacionado con los medios masivos de comunicación, con plausibles y grandes consecuencias perjudiciales. No obstante, muchos cientistas sociales afirman, también, que el origen de esta cultura catapultada desde los ámbitos mediáticos requiere una matriz real de lo que efectivamente sucede en la, valga la redundancia, realidad. Tal es el caso de lo sucedido en estos días con el tren de la línea Sarmiento que embistió a otro que estaba parado en las vías provocando la muerte de tres personas y el saldo de más de 300 heridos. Desde los medios comenzó toda una ola mediática intentando buscar culpables y apuntando hacia las responsabilidades que le caben al Gobierno Nacional. Intentando crear un contexto impregnado por el miedo a los medios de transportes públicos en manos de un Estado ineficaz. Como expliqué anteriormente, toda esta cultura del temor requiere algo de realidad. Y eso lo aporta el Kirchnerismo con su continua desatención al sistema ferroviario. Es cierto que se ha anunciado un plan de mejoras e inversión, sin embargo, la pasada tragedia de Once nadie la olvida, y lo que ocurrió esta semana con el Sarmiento es un recordatorio de lo sucedido aquella vez en donde murieron mas de medio centenar de personas gracias a la corrupción e ineficacia de TBA en complicidad con el oficialismo. Otro ejemplo emblemático de estos días es lo sucedido con el terrible asesinato de Ángeles Rawson. La violencia está instalada en la realidad de la sociedad Argentina. Del mismo modo, los agentes mediáticos, masivos y periodísticos (generalmente con tintes amarillistas) crean una atmósfera de morbo y violencia con noticias que muchas veces poseen escaso rigor informativo, primando el morbo y el sensacionalismo. Desde el momento que se anoticiaron del crimen, los medios atiborran nuestro cotidiano con desinformaciones opacas que pretenden ser "primicias". No importa quienes son los culpables del atroz asesinato ni informar correctamente sobre lo acontecido sino crear todo un espectáculo despampanante cual película de Hollywood. En fin, tal vez el caso se resuelva tanto hoy como mañana o en un determinado período de tiempo. Es así, entonces, que debemos estar preparados para la cantidad de tonterías que se dirán en todo ese lapso temporal. En conclusión, como ciudadanos debemos estar atentos y no caer en la maquinaria de la "cultura del miedo". Tampoco debemos soslayar que los actores mediáticos son los propulsores de ésta pero que las porciones de realidad efectiva necesarias para su reproducción las suele aportar, lamentablemente, la desidia que se percibe desde los estratos gubernamentales.Julián Lazo Stegeman
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