Desigualdad social
Uno de los problemas urgentes a resolver en la Argentina (y en el mundo en general) es la pobreza. De todas maneras, hay un tema complementario a este primer asunto que no debería ser pasado por alto, este es la desigualdad social.
¿A qué nos referimos con este concepto? Los niveles de desigualdad existentes socavan nuestros esfuerzos para erradicar la pobreza, erosionan la cohesión social y suponen una amenaza para la salud de las democracias. Pero la creciente desigualdad en términos de riqueza es solo la punta del iceberg. Por debajo se esconde una compleja relación de desigualdades múltiples en términos de renta, de acceso a servicios sociales básicos, o a recursos productivos; desigualdades entre grupos étnicos, entre hombres y mujeres, o entre zonas geográficas. Estas desigualdades no son inevitables; pueden reducirse si se aplican las políticas públicas adecuadas y, especialmente, si corregimos los desequilibrios actuales en las relaciones de poder y modificamos las ideas y creencias injustas que las sustentan (Fuente: www.oxfamintermon.org). Desde diversos círculos ideológicos se sostiene que en la medida en que se resuelva la situación de pobreza de los individuos, la desigualdad es una temática que puede ser relegada a un segundo plano en el entorno social. A contramano de esta afirmación, existen diversas cuestiones que hacen relativizar esta perspectiva. Un ejemplo de esto es lo que está ocurriendo en Chile actualmente. En un país donde los niveles de pobreza son de los más bajos de América Latina, la crisis y el estallido social que se está viviendo allí se explica a partir de los enormes segmentos de desigualdad que se perciben dentro de la sociedad chilena, vale decir que son de los más altos del continente. Otro postulado interesante a mencionar es aquel que establece que a mayores niveles de desigualdad, menores niveles de competencia. En este punto, se debe marcar que para que el sistema capitalista vigente funcione, deben existir diversos pilares que lo sostengan, uno de ellos debería ser la competencia ¿Por qué? Competencia se refiere a la existencia de un gran número de empresas o personas que ofrecen y venden un producto (son oferentes) en un mercado determinado. En dicho mercado también existe un gran número de personas o empresas, denominadas consumidores (también llamados demandantes), las cuales, según sus preferencias y necesidades, compran o demandan esos productos. A través de la competencia se establece una "rivalidad" entre productores. Los productores buscan acaparar la mayor cantidad de consumidores para sí. Para conseguir esto, utilizan estrategias de reducción de precios, mejoramiento de la calidad, etc., siendo esta la forma en que la competencia crea un cierto control que evita el abuso por parte de alguna de las partes. El capitalismo se basa en una economía en la cual el mercado predomina. En éste se llevan a cabo las transacciones económicas entre personas, empresas y organizaciones que ofrecen productos y las que los demandan. El mercado, por medio de las leyes de la oferta y la demanda, regula los precios según los cuales se intercambian los bienes y servicios, permite la asignación de recursos y garantiza la distribución de la renta entre los individuos. Cada uno de los actores del mercado actúa según su propio interés; por ejemplo, el capitalista, quien posee los recursos y el capital, busca la maximización del beneficio propio por medio de la acumulación y reproducción de los recursos, del capital; los trabajadores, quienes trabajan por la recompensa material que reciben (el salario) y, por último, los consumidores, quienes buscan obtener la mayor satisfacción o utilidad adquiriendo lo que quieren y necesitan al menor precio posible (Fuente: www. enciclopedia.banrepcultural.org). Asimismo, en este conjunto de postulados que ponen en duda la afirmación acerca de que la resolución de la pobreza es prioritaria por encima del fin de la desigualdad, es pertinente anotar que coexisten diversos factores culturales (como las diferencias de género, de zonas geográficas o de etnias, entre otras) que sobredeterminan las relaciones y fuerzas de trabajo que configuran toda estructura social. En este contexto, es necesaria la presencia de un Estado regulador en beneficio de los más débiles, no sólo económicamente hablando, sino también culturalmente. Como se menciona en el primer párrafo de este escrito, las desigualdad en las riquezas entre los sectores sociales es tan solo la punta del iceberg, además existen situaciones culturales que deben ser repensadas, analizadas y solucionadas para lograr una sociedad más cohesionada y pacífica donde las mayorías tengan oportunidades de competir y progresar y no deban subsistir, por ejemplo, a partir de la discrecionalidad de la clase política y sus herramientas como el clientelismo. En fin, la pobreza es una temática que merece una solución urgente en nuestro país y a nivel mundial. En esta línea, no debe comprenderse esta contingencia social como prioritaria por sobre la desigualdad. Esta última es complementaria a la primera y ambas deberían ser resueltas a la par.Julián Lazo Stegeman
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