Max Weber decía que la política es la dirección o influencia sobre la dirección de una asociación política, la cual se caracteriza por el control de la violencia física como medio específico de dominación. A propósito, en el mundo actual, la asociación política fundamental es el Estado. En esta línea, cabe expresar que la dirección de la mencionada asociación política implica disponer del poder necesario para tomar decisiones que sean obligatorias y vinculantes para los miembros de un grupo. Más allá de que existan poderes corporativos o sectoriales que persigan metas particulares, solo el poder político toma las decisiones soberanas de una sociedad. O sea, aquellas que se pueden aplicar con el respaldo del poder coercitivo al conjunto de la sociedad en pos de un bien común. Es decir, un objetivo conjunto para la generalidad social.
Asimismo, según Caramani, hay tres procesos que conforman la esfera de lo político: la toma de decisiones públicas y autorizadas, la adquisición y mantenimiento del poder para tomar esas decisiones y ejercer ese poder y, finalmente, el conflicto y la competencia por ese poder y su utilización. A su vez, en esta caracterización de la política, es clave establecer su sustancia, la cual ya ha sido nombrada, el poder. Según el Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas de Torcuato Di Tella, el poder es definido como la posibilidad o capacidad de producir consecuencias sobre ciertos objetos, el poder supone un sujeto potencialmente actuante, un objeto sobre el cual puede actuar y unos medios (físicos o ideales) con cuyo concurso es posible la actuación. En otros términos, el poder implica cierta voluntariedad o intencionalidad por parte del sujeto: pretende que el objeto (muchas veces otro hombre) adopte determinada actitud o conducta. En definitiva, el poder es "una relación de poder". Basándonos ahora en Michel Foucault podemos agregar que el poder está en todos lados, entonces, si consideramos lo planteado por en el Diccionario Di Tella, las relaciones de poder se encuentran en todos los sitios. El poder, al estar ubicado en una intersubjetividad constante, no posibilita que el individuo pueda escapar a él, a sus lógicas y a sus mencionadas relaciones. De esta forma, retomando lo planteado en los primeros conceptos de la columna del día de hoy, se puede decir que el Estado es una asociación política marcada por las tomas de decisiones que intentan determinar su dirección o influencia en pos de un bien para el común y la generalidad de la sociedad, más allá de los poderes fácticos corporativos o sectoriales. Esta mencionada asociación política, tiene un sustrato muy definido: las relaciones de poder, la cuales están en todos lados, en todos los contextos y ámbitos. Cada vez que sucede un acontecimiento, desde algunos discursos que circulan en los medios de comunicación se marca un límite tendiente a no politizar las diversas cuestiones que ocurren, Entonces, dada la caracterización hecha en el primer párrafo, ¿la realidad cotidiana de los asuntos que aparecen en la Argentina pueden escapar a la política? A mi entender, esto es imposible. Todo lo que pasa desde que se origina está politizado. Nada puede sobrepasar la red que tejen las relaciones de poder. Todo, absolutamente todo, por lo expresado anteriormente, merece un análisis político con so consecuente politización. Es fundamental desmitificar aquellos discursos que proponen el análisis de los sucesos sin una mirada política. Como si ésta fuera algo negativo o limitante. Nada más alejado de la realidad, la política no sólo es poder, también es una herramienta clave para cambiar la situación de la sociedad en su conjunto. Siempre y cuando no persiga intereses particulares. Hace tiempo que desde esta columna se viene insistiendo con la crítica a estos tipos de discursos mediáticos circulantes que intentan formar parte del imaginario de la opinión pública. La razón de esta crítica es que, como seres humanos, hemos tenido la posibilidad de desarrollarnos culturalmente hasta niveles increíbles, la política es una de las tantas resultantes de estos complejos procesos que a lo largo de la historia, bien aplicada, ha logrado la cohesión de las sociedades.Cuando se intenta subestimarla o desprestigiarla, se cae en un grave error de dimensiones importantes. ¿Qué sucede cuando la política pasa a un segundo plano inferior? La historia se ha encargado de mostrarnos los tristes desenlaces de estas situaciones. Lo que quiero decir, en definitiva, es que debemos cuidar la política, para esto es esencial estar atentos a algunas cuestiones principales: desmitificar los discursos apolíticos y "antipolítica" que circulan, que las tomas de decisiones de nuestros funcionarios sean para el bien común y, finalmente pero no menos importante, que la corrupción reciba todo el peso de la justicia para que de una vez por todas se elimine y no siga vejando, junto a los políticos inescrupulosos que se sirven de ella, a la actividad política.Julián Lazo Stegeman