Razón Crítica
Políticos y periodistas: no agreguen nada más
En una entrevista radial de estos días con Ernesto Tenembaum en Radio con Vos 89.9, Pablo Alabarces, escritor, sociólogo y analista del fútbol como fenómeno cultural expresó que “como nos pasó en el 86, nos regalan (jugadores y cuerpo técnico) un momento de felicidad absolutamente intensa, gratuita e inmotivada.
Esto es fútbol por eso nos ponemos inmensamente alegres y felices”. Este deporte es sentimiento y emoción, desde el potrero hasta la más prestigiosa y profesional de las competiciones como el Mundial. Ni más ni menos. Sonrisas, abrazos, llantos, besos, alegría, nerviosismo y comunión entre un equipo y su hinchada. Todo eso es el fútbol. Entonces, políticos y periodistas, no quieran agregarle más nada: no hace falta.
Desde palabras tan pomposas como vacías hasta enunciados partidarios de dudosa intencionalidad de cómo el fútbol “refleja” nuestra sociedad y lo que deberíamos ser a partir de su ejemplo, durante estos días escuchamos y escucharemos un sinfín de alocuciones tales, más demagógicas que de sustento teórico y de esa transparencia que solo asegura la honestidad.
Periodistas: no quieran ser más que los protagonistas. No imposten un fanatismo excesivo, su rol les pone límites. No sean hinchas con micrófono, ni desde la crítica (la cual muchas veces es irrespetuosa y las disculpas no abundan) ni desde el halago. Humildemente desde este espacio establezco mi posición al respecto: es lindo hablar de juego, estrategia e informar, pero no sobreanalicen las cuestiones y, menos aún, no pretendan interpretar las emociones de las hinchadas desde sus cosmovisiones subjetivas y particulares. En este sentido, no olviden que el fútbol los excede, los incluye pero, al final del día, los sobrepasa como a todos. Asimismo, muchas veces tienen el privilegio de ser los intermediarios entre los deportistas y sus fanáticos. Si retocamos un famoso refrán, podemos decir que todo privilegio conlleva una gran responsabilidad. Así que intermediarios, honren su tarea con toda la responsabilidad necesaria. No escatimen en ella.
Políticos: humildemente, administren el Estado, para eso los escogemos. No gasten energías con la pretensión de administrar las emociones de la sociedad con logros que no les pertenecen. Las consideraciones más positivas (o no) de sus accionares gubernamentales pasan por lo que hacen con la gestión de la cosa pública, no por intentar llevarse una tajada del honesto vínculo entre un equipo nacional y su hinchada. A su vez, el debate no es si el líder de la oposición es “mufa” o si el recorrido de los flamantes campeones del mundo hubiese tenido que incluir a la Casa Rosada. Después de todo, que los integrantes de la selección hagan lo que quieran para celebrar como se les plazca con su gente, se lo ganaron en la cancha. Así como ustedes deberían ganarse en la arena pública, bajo la praxis política, el genuino clamor popular. Políticos, tengan en cuenta lo siguiente: “Nunca, jamás, como más de un siglo de deportes internacionales lo prueban –desde los Juegos Olímpicos de 1896– un éxito deportivo pudo transformarse en un éxito político, a pesar de más de un siglo de intentos denodados de las clases dominantes de todo y cada tiempo y lugar por lograrlo” (Pablo Alabarces para el DiarioAr).
En el abanico de emociones que implica el fútbol, hoy nos toca la felicidad gracias un grupo de jugadores más cuerpo técnico que demostraron lo que hay que demostrar para salir campeón. Todo se reduce a ello: nuevamente, la felicidad. Por favor entonces, amablemente, comentaristas y escribas, no caigan en el lugar común de cargar de responsabilidades a esta delegación deportiva con obligaciones que no están obligados a sostener. Ellos nos representan como país, pero no nos “reflejan” como sociedad. Básicamente porque esta última es un concepto amplio y diverso, cargado de coincidencias pero también de profundas contradicciones y antagonismos que claramente no se corroboran en un grupo tan unido como la selección nacional.
En fin, políticos y periodistas: no agreguen nada más. Con esto alcanza, la felicidad es absoluta.
Julián Lazo Stegeman