Replanteos en el radicalismo
Como arena entre los dedos, las ciudades capitales se le van yendo a Cambiemos y, especialmente, a la UCR, que parece haber hecho un muy mal negocio electoral en renovar su alianza con Mauricio Macri. Neuquén fue la última. Antes se les fueron con los votos Santa Rosa, Santa Fe, Paraná y Córdoba Capital. Y antes de fin de año tienen que jugarse Viedma, Río Gallegos y La Plata.
Y, para los radicales, entre las provincias, este domingo se pone en juego la gobernación de Mendoza, uno de los distritos más poblados del país. Si se cumplen los pronósticos para Cambiemos, de las 11 capitales que gobernaban a comienzos del año, en diciembre mantendrán cuatro: Mendoza, Jujuy y Corrientes. De los candidatos radicales, el único que pudo celebrar en una capital provincial fue Raúl Jorge, que pudo mantener la intendencia de San Salvador de Jujuy. Se tienen fe también para la capital de Mendoza, a manos de Ulpiano Suárez, aunque no habrá tranquilidad en el entorno de Alfredo Cornejo hasta que no se confirme el domingo el resultado provincial. El resto fueron duras derrotas (Fuente: Werner Pertot para Página 12). Desde aquella Convención Nacional partidaria llevada a cabo en Gualeguaychú (donde la construcción de alianzas con el PRO y la Coalición cívica-ARI fomentada por el entonces titular del radicalismo, Ernesto Sanz, quedó sellada con el apoyo de 186 delegados sobre un total de 330 de todo el país), la UCR ha optado sucesivamente en renovar su confianza con el Macrismo más duro y, además, delegar la mayor parte del poder interno de la alianza que han conformado a éste. El corriente año no fue la excepción e, inclusive, muchos dirigentes de la Unión Cívica Radical tuvieron que tolerar la designación de Miguel Ángel Pichetto, funcionario peronista, como precandidato a Vice de Mauricio Macri. Esta decisión de establecer al Senador en el binomio electoral de Juntos por el Cambio no sólo produjo cortocircuitos internos entre el PRO y la UCR, sino que también generó profundos análisis, reflexiones y desilusiones dentro del electorado antiperonista que tanto respaldó al oficialismo actual en los comicios presidenciales del 2015 y legislativos del 2017. Las esperanzas de mermar el poder del PJ en la escena política de nuestro país estaban depositadas totalmente en Macri y su equipo, la "opción Pichetto" puso en duda este asunto. A su vez, la designación del dirigente rionegrino fue el ladrillo final de la construcción de una sospecha que se venía cimentando desde hacia tiempo: el dinámico relegamiento y la rápida pérdida de poder que estaba experimentando el radicalismo en la interna de Cambiemos. A priori, el respaldo brindado en aquel entonces en Gualeguaychú por múltiples dirigentes nacionales de la UCR al Macrismo parecía una decisión oportuna, principalmente por dos cuestiones. La primera respondía a que el proyecto político liderado por Mauricio Macri se erigía como una alternativa interesante a la desgastada gestión Kirchnerista luego de más de una década en el poder. La segunda apuntaba a que luego de la debacle del 2001, donde el radicalismo había quedado muy debilitado, Cambiemos se perfilaba como una panacea ideal para comenzar a reconstruir el terreno perdido luego del final de la Alianza para el Trabajo, la Justicia y la Educación. En este punto es sumamente oportuno destacar que la relación entre los radicales y el PRO fue de "gana-gana". Es decir que el segundo acordó con la UCR no por solidaridad política sino por la necesidad que tenía de expandirse a nivel nacional por fuera de su núcleo duro: la Capital Federal. Si hay algo que posee el radicalismo, más allá de verse debilitado y sin fuertes liderazgos, es tradición y, fundamentalmente, territorio. Sin lugar a dudas, la UCR junto al PJ son los partidos que más llegada tienen a nivel nacional. En 2015, el PRO sabía que para vencer al Frente Para la Victoria (que contaba con todo el aparato del Partido Justicialista) necesitaba una estructura de poder que abarcase a toda la Argentina y precisamente con este objetivo acordó con los radicales. Para entender esta alianza es imprescindible comprender que para hacer política se necesita liderazgo, proyecto y territorio. El PRO aportaba el liderazgo ya consolidado de Macri, la UCR el territorio con la enorme estructura que posee a nivel nacional y juntos configurarían un proyecto en común. De aquí el "gana-gana" mencionado anteriormente. Si bien tanto en 2015 como en 2017, dados los resultados electorales que allí se conocieron, el acuerdo parecía ser una excelente idea, las erróneas y continuas decisiones que fue tomando Cambiemos una vez elegido como Gobierno Nacional empezaron a exhibir las pujas internas de esta coalición y los resquebrajamientos entre la UCR y el PRO. Desde el ascenso del Macrismo más duro con Marcos Peña a la cabeza y en la Jefatura de Gabinete, hasta la designación del Senador Peronista Miguel ángel Pichetto, pasando por la dura derrota en las elecciones a Gobernador de Córdoba dada la falta de liderazgo para que las dos listas radicales por Cambiemos fueran juntas y no separadas, el proyecto político Macrista comenzó a experimentar interferencias debido a sus malas decisiones que hicieron que el liderazgo del Presidente amainara y la estructura territorial de la UCR no fuera suficiente para contener a los diversos sectores de la población perjudicados por las medidas económicas del Gobierno. Pero esto no fue todo, la Unión Cívica radical pareció quedarse como una mera viga de segunda línea para sostener la estructura territorial de Cambiemos, sin tener ningún tipo de injerencia importante en las decisiones económicas y políticas más trascendentales. A tal punto fue así, que se conocieron críticas y desacuerdos entre los propios dirigentes del partido por estos temas. Mas allá de los resultados electorales de las PASO y de los comicios venideros, el radicalismo debe empezar a dar debates, reflexiones y diálogos entre sus estructuras internas para comenzar a sacar conclusiones y observar si aquella decisión tomada en Gualeguaychú en 2015 fue correcta o no. La UCR debería respetar su enorme historia y tradición forjada por Alem, Yrigoyen, Jauretche, Manzi, Illia, Alfonsín, entre otros, y detenerse a pensar si vale la pena ser únicamente la estructura territorial de aquellos partidos que intentan expandirse nacionalmente. No caben dudas que la Unión Cívica Radical es mucho más que eso, fue el partido que nucleó a los sectores desplazados por los gobiernos conservadores y fue una de las agrupaciones que más participó en el establecimiento y consolidación de la democracia en la Argentina. Claro está que el radicalismo tiene la capacidad de reconfigurarse por fuera del Macrismo, claro está también que para esto depende de sus propios intereses, objetivos, capacidades políticas y voluntades de sus afiliados y dirigentes.Julián Lazo Stegeman
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