Un rostro firme, la nueva frontera
El mayor indicador de la edad en el rostro no son las arrugas, sino la flacidez. Si quieres evitar que el descolgamiento te ponga años encima, toma nota.
Por si no te habías dado cuenta, cuando pasas de los 40, el desafío no son las arrugas, sino la gravedad. Porque si te has cuidado bien hasta ahora con tu hidratación diaria, tu contorno de ojos, tu reparación nocturna, tu exfoliación y mascarilla semanal, y además no te has pasado con el sol, lo más seguro es que solo pongas pegas a esas líneas de expresión en la frente y alrededor de los ojos que tienen todo el aspecto de convertirse en permanentes. Pero poco más.El problema es otro. Básicamente, que a los 30 ya habías alcanzado esa estructura de rostro con la que estabas plenamente satisfecha: menos redonda e infantil que a los 20, con los pómulos elevados y con todo, por fin, en su sitio. Y ahora, cuando ya has pasado de década, todo empieza a caer. Las mejillas te quedan a la altura de los mofletes, la mirada se entristece porque le pesan las cejas y las comisuras de los labios se dirigen hacia abajo. El verdadero contratiempo es la pérdida de firmeza. Y contra eso es mucho más difícil luchar que contra unas simples arrugas.La raíz del problemaEl rostro flácido tiene un solo culpable: el paso del tiempo. Una vez más, tu organismo deja de funcionar como un reloj según pasan los años y eso, en cuestión de firmeza, se traduce en que dejas de producir colágeno y elastina, que son los dos elementos clave que consiguen que tu rostro se mantenga terso, su piel sea flexible y elástica y que vuelva a su lugar inmediatamente cuando la presionas o la pellizcas.Pero hay otra razón: la grasa que da forma a tus volúmenes también empieza a desaparecer cuando entras en la cuarentena. En realidad, empieza a fallarte a partir de los treinta y pocos. Y lo malo es que desaparece de zonas de tu rostro que están sosteniendo la estructura de todo lo demás.Si no quieres que empeoreHay gestos en tu día a día que se convierten en trampolines de la flacidez. Aunque te parezcan cosas nimias, su repercusión en la firmeza de tu rostro es enorme.Deja ya el tabaco. Destruye el colágeno y la elastina de la piel. Además, disminuye la circulación de la sangre hacia la piel y reduce el nivel de estrógenos, esenciales para la firmeza.Aléjate del sol. La exposición a los rayos UV rompe el colágeno y degrada la elastina. Ahora no será tan potente como en verano, pero aplícate una protección mínima de SPF30 a diario.Cuidado con el azúcar. Si te pasas, la circulación sanguínea formará unas moléculas dañinas llamadas AGE que el cuerpo no puede asimilar ni destruir y que desorganizan la dermis.No te pases el el gym con los músculos del cuello. Si los refuezas mucho, acaban tirando de la cara hacia abajo. Procura relajarlos con un masaje al principio y al final del día.No te eternices en la ducha. Con cinco minutos tienes más que suficiente. Y controla la temperatura: la exposición prolongada al agua caliente arrastra la barrera natural de lípidos de la piel, que es la que la defiende de los agentes irritantes y de los rayos UV.Un empujón tecnológicoSi quieres recuperar la tersura de tu rostro en tiempo récord (y mantener los resultados), prueba estos dos tratamientos de última generación capaces de producir los efectos de un lifting sin pasar por el quirófano.
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