Espacio Literario - Prof. Graciela Saavedra
Hoy, Alfredo Veiravé, un poeta que no debemos olvidar
“Y si Alfredo no sufría, o lo disimulaba,” se debía a que era un maestro también para sobrellevar ninguneos, y por eso, como todo gran poeta, apostaba a la sencilla posteridad del recuerdo de sus versos…” Mempo Giardinelli
Alfredo Veiravé... ¡¿cómo olvidarlo?! Si bien lo conocí personalmente, disfruté de su presencia, de sus palabras, de sus obras didácticas y literarias, me pareció atrevido hacer una apreciación sesuda y literaria en poco tiempo y espacio de su extensa obra en poco tiempo. Recordé algo que había leído de Mempo Giardinelli, oriundo de Chaco, acerca de Alfredo, y con la ayuda de la tecnología hacía él me dirigí. Transcribo conceptos que publicara en La Nación, allá por octubre de 2011.Recordemos que Alfredo Veiravé nació en nuestra ciudad, se radicó en Resistencia, Chaco, donde desarrolló su intensa labor académica. Su obra poética es muy amplia, pero además escribió fascículos y manuales para la enseñanza de la literatura argentina y latinoamericana, ensayos literarios, artículos para revistas universitarias y una vasta producción de notas bibliográficas.Alfredo Veiravé: el rescate de un poeta olvidado"La semana pasada, en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) me tocó evocar a uno de los más importantes poetas del Siglo XX argentino: Alfredo Veiravé (Gualeguay 1928 - Resistencia 1991). A casi 20 años de su muerte, y ante un auditorio con mayoría de jóvenes estudiantes que eligieron hacer de sus vidas un culto de la Literatura, intenté contarles quién fue ese exquisito profesor de Literatura Hispanoamericana con cuyos libros enseñé por años en la Universidad Iberoamericana, de México, donde mis alumnos se cansaron de fotocopiar una vieja edición de Kapelusz que aún conservo, deshilachada hasta el agobio, y que hoy, penosamente, quisiera no pensar que aquí casi nadie lee. Y si es así se lo pierden, como seguramente se pierden tantos libros y autores los estudiantes de la UNNE, como de tantas otras que llegan a la Literatura Argentina siguiendo un canon porteño que es tan municipal como mezquino, y tan ninguneador...Veiravé fue en varios sentidos mi maestro, y un amigo leal a quien siempre agradecí íntimamente el haber sido de los pocos que no tuvo miedo de escribir o recibir cartas desde México, cuando el exilio era una leve condena para nosotros los de allá, y una ardorosa espera para los de aquí. Cuando regresé en el 83, por cierto, me dio una cálida bienvenida y ahí empezamos una activa amistad plural, que se enmarcaba en otras comunes amistades compartidas: Juan Rulfo, Edmundo Valadés, Gustavo Sáinz.Académico respetado y querido, Veiravé era propietario de la virtud que más ennoblece a los profesores de Literatura y a todo gran poeta: era un enorme lector. Sabía de clásicos y contemporáneos, su mente estaba abierta a novedades y descubrimientos...A finales de los 80 preparé una antología poética de la obra de Veiravé para la más grande universidad de América: la Nacional Autónoma de México. Fue para la serie más popular de aquella casa, y esa edición se agotó varias veces y se lee y estudia aún hoy en México. Así el azar, como un exquisito radar en la tormenta, nos tiene, a mi maestro y a mí, unidos en aquel país que amo como lo amaba él, en ese como doble exilio a que nos obligan ciertas mezquindades de pago chico...Y si Alfredo no sufría, o lo disimulaba, se debía a que era un maestro también para sobrellevar ninguneos, y por eso, como todo gran poeta, apostaba a la sencilla posteridad del recuerdo de sus versos en boca de las muchachas del país y en día domingo, como dice uno de sus más bellos poemas.Dije también, y sobre todo para los estudiantes, que Alfredo Veiravé es uno de los grandes poetas argentinos del Siglo XX. Busqué transmitirles la certeza de estar pisando aulas y pasillos que fueron senderos de un enorme poeta nacional. A quien ni se nombra como hito de la literatura argentina, y acaso ninguna calle lo recuerde (no sé en Gualeguay), pero que fue un poeta como dio pocos la Argentina.Veiravé fue un hombre universal, enciclopédico, casi renacentista. Pero hoy, ¿quién lo andará leyendo? No digo en Gualeguay, digo en este Chaco plagado de lapachos, chicharras, enanos y aspirantes a glorias regionales, ¿cuánta gente lee hoy a Veiravé? ¿Quién estudia su poesía, aquí, en esta universidad en la que él pasó casi todas las horas de su vida académica?..."Mempo Giardinelli ------------------------------------------------Y como no queremos olvidar a Alfredo Veiravé, en cuya obra profundizaremos más les entrego el siguiente poema: |Los que la vieron dicen que la tierraes una esfera en el espacio, un planetamás bien pequeñodel tamaño del dedo pulgar de los astronautas.Yo no lo dudo porque he visto las fotografíasy porque ahora estoy a casi medio planeta de mi casa.Lo mejor de todo esto es que en ese pulgartambién mi casa es una parte del universo.Cómo no serlo si en el patio del fondohay un filodendro de gigantes hojas y también gusanos bajola tierraaptos para la pesca, y ahora que me acuerdoel olor de los helechos contra la paredla cara de Delfina o Federico entre los árbolesy aquel canario que se nos voló de noche.En México se venera a los poetas, en Chile también, y en Nicaragua y ni se diga en el ancho y tropical Caribe. Yo he visto en esas geografías algunos santuarios de poetas, casas de narradores, monumentos a creadores de rimas infantiles como hacen en Bogotá con Rafael Pombo. Conocí, azorado, la Capilla Alfonsina (que así se llama la magnífica biblioteca de Alfonso Reyes). Y todos los años, cuando viajo a dar mis cursos en la Universidad de Virginia, Estados Unidos, visito en silencio el dormitorio que fue de Edgar Allan Poe. Está sobre la calle principal de la universidad, justo enfrente de la Biblioteca Alderman, donde se atesoran una colección de manuscritos de William Faulkner y los documentos fundacionales de Thomas Jefferson.En todos esos lugares se hace un culto de sus literatos, y los visitantes desfilan religiosamente ante poemas como "El cuervo" o cuentos memorables como "Una rosa para Emily". Pero aquí en Resistencia me pregunto qué hito tiene nuestra ciudad del mayor poeta nacional que pisó sus calles durante varias décadas.Veiravé fue un hombre universal, enciclopédico, casi renacentista. Pero hoy, ¿quién lo andará leyendo? No digo en Gualeguay, digo en este Chaco plagado de lapachos, chicharras, enanos y aspirantes a glorias regionales, ¿cuánta gente lee hoy a Veiravé? ¿Quién estudia su poesía, aquí, en esta universidad en la que él pasó casi todas las horas de su vida académica?Veiravé fue un hombre universal, enciclopédico, casi renacentista. Pero hoy, ¿quién lo andará leyendo?No lo sé. Pero evoco a Juanele Ortiz, ese otro entrerriano al que Veiravé rendía culto: "Deja las letras y deja la ciudad".Desde ahí ironizó Alfredo su lugar de poeta local en "Las carabelas de Colón".Premiado muchas veces y en muchas ciudades y países, básteme decir que donde quiera que voy, y pronuncio su nombre, alguien se yergue y lo recuerda, admirativo. Eso significa que su poesía sigue viva; que pasan los años y la sonoridad no se atenúa. Como un hernandeziano rayo que no cesa, la poesía de Alfredo Veiravé sigue siendo un laboratorio central de la poesía.No se es grande por ser local, regional o de tal o cual comarca. Se es grande cuando se escribe una gran obra. Que hace una ética de la estética; que establece coordenadas de futuro y hace docencia en el aire, en las voces que declaman sus versos con la suave naturalidad de un sol en primavera..
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