Espacio Literario
Hoy, lloran las tierras blancas
En una noche tranquila, así quedó dormido “Chacho Manauta”. El día de ayer, que se abría luminoso, se tornó acongojado ante la noticia de la partida de nuestro escritor Juan José “Chacho” Manauta. Los que tuvimos la oportunidad de conocerlo y saber del aroma inconfundible de sus obras cruzábamos palabras, poesías, anécdotas, fotos, recuerdos y más recuerdos. Busqué los conceptos de un gran amigo, Mario Alarcón Muñiz, quien conoció su rica personalidad y su obra, y me hizo llegar esta reflexión:
"Chacho de madrugada" Se marchó en silencio. Nos habíamos acostumbrado tanto a su presencia -así fuera a la distancia, un llamado, una noticia, un libro, un saludo- que cuesta enterarse de esta ausencia inacabable. Chacho no está más. No estará más. Vivió 93 primaveras de sueños y luchas y se fue de madrugada. ¡Cuánto le agradaban las madrugadas! Como las de Alejo a pura curda en el bolicho del Manco o las de Damián con su guitarra o el Tente encaminándose a la costa. El aire de las madrugadas es fresco y limpio. Los habitantes de las madrugadas asoman a una vida nueva o se están despidiendo. Sin términos medios. Allí estaba el Chacho. Entornando su vida, pausadamente. Llegó Olegario con sus protestas, denuncias y reclamos. De madrugada. Vino Odiseo, pequeño y tierno aunque ajustado de rigores. Lo tomó de la mano y lo llevó sueño adentro hacia la claridad definitiva.Mario Alarcón MuñizChacho y el hambreUno de los temas recurrents demanauta era la miseria, el hambre, pero no sólo de apetito, hambre ante la iseguridad de volver a comer, de afecto y contención, lo que vivió muy cerca, acá en su niñez en "las tierras blancas".Así lo expresa en una entrevista: "Ah, mi infancia. Fui un niño malcriado, lo reconozco, pero eso me hizo más bueno que malo: como recibía bondad, no tenía más remedio que devolverla. Eso configuró una infancia feliz, no obstante la confrontación con los niños de la escuela que dirigía mi madre, que padecían hambre, marginalidad, exclusión. Mi madre les daba de comer en la escuela, para que pudieran aprender.Viví rodeado de amigos que padecían hambre.Yo tenía un amigo de ahí, de las Tierras Blancas. Si yo tenía diez centavos compraba caramelos, si los tenía mi amigo compraba galleta. Yo le preguntaba pero por qué si acabamos de comer. Y él me contestaba: "Y porque yo no sé si voy a comer a la noche". O sea que el hambre no es el problema, el problema es la inseguridad de volver a comer. Porque el hambre es una cosa y el apetito es otra. El apetito cotidiano usted lo puede satisfacer comiendo galleta, pero al hambre no lo satisface nunca. Porque el hambre es inseguridad.Como pasa ahora, igual... La realidad social no había cambiado mucho, ni ha cambiado mucho hoy. Están las mismas miserias, las mismas carencias. El hambre no ha desaparecido."Y no sólo aparece reflejado en la novela "Las tierras blancas", tema que se repite en otras obras, entre ellas en la poesía:"El hambre"Ah;me olvidaba del hambre.No me hubiera olvidado quizá de esa gran regidorasi no anduviera juntacon el día y la brisa, con el hombre y sus nubes,con los atardeceres, mañanas, medios días.No me hubiera olvidado del hambre si no fuera, quizá,también la de los árbolesque arraigan en el llano,si no fuera de pájaros y de constelaciones,el hambre de los peces que remontan el río.Me olvidaba tal vez porque la lunagira en el hambre de la escarcha y girapara el grano aventado.No me hubiera olvidadosi el hambre no anduviera, junto a los picaflores,balando en los corderos de septiembre.No me hubiera olvidado del hambre si no fuerala de un recién nacido.Y así olvidaba el hambrede los seres oscuros de mi tierra.La suya es como el hambredel río que se dirige al mar,o el hambre de los vientos de marzoque traen la lluvia para el trigo.Me olvidaba del hambre,y el hambre yace muerta sobre las tierras blancasy en las cosechadorasapagadas, y enmohecidas.La suya es como el hambre de las cosas viajeras:golondrinas que vuelven, camalotescon collares de luz;y, bajo talas, ñandubays y algarrobos,a ras de las serpientes.Puedo decir, del hambre, junto al niño harapiento,y en la palabra caben los pastores de imágenes,el ministerio de la rosa, el héroe.Puedo decir, del hambre, junto al abandonado,y en la palabra cabenlos hombres que han arado y los caballosque han vuelto con fatigay abrevan al atardecer.El hambre de los míos es el hambreque proviene desde la tierra vieja,maternal y asesina,jugosa y obediente.¿Y entonces si los ríos concluyen en el mar,y si los picaflores hallan la miel,y las estrellas retornan cada noche;por qué, si el día redondo, brillante,calienta las cosechas;por qué si las crecientesvienen y van,trayendo el limo pesado desde el norte;un rayo azul asoma y emparenta los pólenes;por qué me había olvidado del hambre;por qué me había olvidado del hambre de los míos?Por la Prof. Graciela Saavedra
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