EL GEN ARGENTINO
Muchos son los rasgos positivos que tenemos los argentinos, pero lamentablemente, otros constituyen su lado negativo. Tal es así, que ya es común escuchar infinidad de quejas sobre nuestras propias actitudes, que lo único que logran es perjudicarnos como comunidad. Gobierno y grupos opositores, ambos son culpables y reflejan la falta de diálogo social que encuentra solución en innumerables protestas realizadas sin propósito de mejorar ¿Será esto parte del gen argentino?
Desde tiempos remotos, y en gran parte del mundo, existieron y existen diversos puntos de infracción que rompían con la tranquilidad de la sociedad. Las grandes revoluciones -industrial y francesa principalmente- dan cuenta de éstas rupturas, que comenzaron con importantes reclamos, desacuerdos y oposiciones. Pero Argentina no forma parte de una categoría universal, sino que aquí se ha naturalizado la realización de demandas sin argumentos, que sólo tienen por objeto el agraviar u opacar a quien se encuentra en la vereda de enfrente. Esto marca otra de las peculiaridades nacionales, el hecho de que vivamos entre dos polos bien diferenciados, donde el pertenecer a uno de los bandos existentes parece ser un requisito excepcional para subsistir. Es sabido que vivimos en un país conflictivo, que más allá de las falencias económicas o políticas, aparece sumergido en una gran crisis comunicacional, de la que nada se hace para escapar y, por el contrario, cada día empeora aún más. Caos en la justicia, disputa entre el gobierno y Clarín, paros y cortes de trabajadores, nos abruman y alejan de los intentos de alcanzar un estado unificado, con mayor número de soluciones que de problemas. Cuando uno compara los temas en los que "están" los países de la región con aquellos en los que "anda" la Argentina, francamente no lo puede creer. Si miramos a nuestro alrededor, Perú, por ejemplo, nos ha superado en la recepción de inversiones extranjeras, de la cual se ocupa por encima de sus cuestiones políticas; Chile, disfruta de un boom económico sobre el final del mandato de Sebastián Piñera, quien parece no preocuparse por ser reelecto y mantiene un buena relación con la más firme candidata a sucederlo, la ex presidente Bachelet, caminando ambos hacia el aumento del comercio con el mundo; teniendo un territorio pequeño, Uruguay ha alcanzado una tranquilidad económica y social que los argentinos no hacen más que envidiar; o Brasil, que hace menos de veinte años se encontraba muy por detrás, y hoy nos ha sobrepasado en todas las instancias de gobierno, conformándose ya como una potencial a nivel mundial. Estos son tan sólo algunos ejemplos que dejan entrever la existencia de falencias que exigen cambios, no únicamente políticos o económicos, sino de índole social. Y que los mismo, se alcanzan olvidando las diferencias y comenzando a querernos como comunidad. En este deseo de mejorar, me parece grato traer a colación ciertas palabras del filósofo español Julián Marías, que en su poema Misterio Argentino, expresaba: "Un argentino es capaz de lograr todo en el mundo, menos el aplauso de otros argentinos", "cada uno es un genio y los genios no se llevan bien entre ellos; por eso es fácil reunirlos, pero unirlos... imposible". El escritor demuestra, de esta manera, que es mucho más sencillo ver los errores desde afuera y da, entre sus tantos versos, claras acusaciones sobre la falta de humildad y unidad que sufrimos como nación. Para concluir, quiero dejar en claro que este tema nos compete a todos, que podemos vivir en una región con infinidad de preocupaciones y dificultades, pero que el cambio es posible. Llamo así a nuestros gobernantes a actuar responsablemente y tratar de olvidar las discrepancias, para obtener resultados exitosos y gratificantes; y a los habitantes a comprometernos como ciudadanos, pudiendo así, constituirnos como la gran familia nacional que en algún momento supimos ser.
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