Pensar el Balotaje
Hace ya tres semanas que nuestro país eligió el balotaje como la forma de decidir sobre cuál será el próximo presidente de la nación. Hoy son solo dos los candidatos que se disputan el ingreso triunfal a la Casa Rosada, en una pelea que se presenta muy reñida.
Parecía casi impensado hace un año atrás imaginar la contienda que estamos evidenciando, no por el acontecimiento de la segunda vuelta, sino que los resultados que permitieron llegar a esta demostraron y evidenciaron varias conclusiones. Por un lado, la mínima brecha que se desató entre Scioli y Macri, acentúo el descontento que se tiene hacia el gobierno de turno, y demostró que ese 60 % opositor del cual se pregonaba desde el partido amarillo, en parte era real. A su vez, y esta es una cuestión que a muchos ha sorprendido, la actitud tomada desde el FpV de mostrarse no del todo de acuerdo en el apoyo a su candidato, deja entender que, a duras penas, siguen sin estar conformes con la elección que el gobernador bonaerense está haciendo y, de alguna manera, tratan de tomar distancia en caso de una posible derrota. Es sabido que las situaciones extremas exigen riesgos y desafíos, porque una disputa de este tipo se gana en los detalles, pero para esto hay que saber ser prudente. Así es preciso considerar que la campaña que está desarrollando el oficialismo para defender sus ideales de victoria y oponerse literalmente a los que plantea la alianza Cambiemos, no sabe de prudencia, sino que por el contrario, habla de exageración y desorden racional. Creo que el 2015 es una era donde la política no debe reducirse al simple hecho de ofender al oponente para ganar electores; la ciudadanía necesita propuestas concretas y acciones claras para dirimir por la línea y en un caso, el modelo político que más la convence. Los nuevos spots que han salido a la luz por parte del kirchnerismo, no hacen más que manifestar una manera de intentar persuadir de la mano de la agresión, que no solo no es la más recomendables, sino que además le da oportunidades de ganar a los que están del otro lado del tablero, y que muestran una conducta conciliadora muy distinta. Ahora bien, es preciso tener en cuenta que en estas arenas ningún acto se realiza al azar, sino que todos guardan en su interior un objetivo. La pregunta que resuena en la mesa chica del oficialismo es ¿qué pasará después del 10 de diciembre?; y este cuestionamiento se entabla en los dos escenarios posibles, tanto con Scioli como con Macri al poder. La resolución de esta encrucijada también expone dos contextos bien marcados, ya que la contingencia de que el famoso motonauta nos gobierne no es una circunstancia que solo atormenta a la oposición, sino que también al núcleo duro de su propio partido, y más que nada, a la presidenta de la nación, quien no sabe bien que hará cuando tenga que entregarle la banda a su supuesto compañero k. La segunda situación, en cambio, tiene un panorama un tanto más claro para razonar, porque con el jefe de gobierno porteño en el sillón presidencial, CFK se presenta como la oposición pura y dura que tendrá una clara actividad en los cuatro años de mandato pro, manteniendo así viva su presencia política. Argumento que hace pensar sobre el propósito de la campaña agresiva que se ha desatado y el condicionamiento y presión que el partido le está hoy imponiendo a Daniel Scioli. Y que se contrapone a las acciones que pregona al mostrarse más sciolista que kirchnerista, intentado marcar la diferencia y rodeándose de figuras que lo defienden, como el propio Urtubey. Considero al balotaje como el triunfo de una democracia que señala estar más activa que nunca. La cultura política es un necesidad que cualquier país debe defender para poder subsistir como comunidad; para eso llamo a observar hoy un debate que hablará mucho más de los candidatos que de su propuestas, pero que a partir de este será posible reducir las dudas sobre qué futuro queremos elegir.Agustín Curuchet
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