Columna de Mons. Lozano
Quienes integran esta comunidad manifestaron las siguientes intuiciones o ideas fuertes
Tenemos que lograr la corresponsabilidad en la misión. La Iglesia debería buscar las fuentes de la corresponsabilidad en aquellos grupos que ya caminan en la sinodalidad, que ya viven un caminar que incluye a todos. La Vida Consagrada, por ejemplo, tiene un trabajo intenso con el Laicado y también generó un trabajo intercongregacional.
El Bautismo está en la base de todos los ministerios y por lo tanto de la autoridad en la Iglesia. Del don del Bautismo surge también la corresponsabilidad. Buscamos construir una cultura eclesial más laical. . Se recuerda el mensaje de Aparecida: “todos somos discípulos y misioneros”. Se registran experiencias de organizaciones de laicos que no son acogidas en las parroquias.
De manera especial se señala que el Bautismo está en la base del ministerio sacerdotal, pero hay sacerdotes que parecen que no fueran bautizados, hijos de Dios, y en esa condición debería estar centrado el ministerio sacerdotal. La idea y la experiencia del sacerdocio común deben estar presentes en la formación sacerdotal.
También repercutió de manera especial el tema de la mujer. Vislumbramos allí un camino de esperanza. La mujer se acerca al círculo donde se toman decisiones y es posible seguir avanzando en ese sentido. Sin embargo se tiene la sensación de que la mujer es “mano de obra barata” dentro de la Iglesia.
Se refuerza la intención de luchar contra el machismo. Hay jóvenes que quieren ser sacerdotes para dar cauce a su machismo. En algunos lugares el machismo genera una elevación equivocada de los sacerdotes y obispos por encima del Pueblo de Dios.
Se profundiza en la relación entre dos palabras: amor y servicio. ¿Estamos sirviendo sin amar a quienes servimos?
La Iglesia es comunión, pero muchas veces se entiende la comunión de manera vertical: el laico está en comunión con el párroco, éste con el obispo y éste con el Papa. Es necesario comprender la comunión eclesial de manera horizontal, porque la comunión también tiene que ser con el Pueblo, porque el deber de comunión es de todos los bautizados y tiene como sustento teológico el misterio de la Santísima Trinidad. En la Trinidad no hay jerarquía.
Se señala que la autoridad la ejerce con legitimidad sólo quien desde ella ayuda a crecer a los demás.
Procuremos vivir una comunión animada por la sinodalidad.
PREGUNTA 2 ENCUENTRO DE LAS 11:45
Quienes integran esta comunidad manifestaron las siguientes tensiones y problemas.
Como marco general señalamos que existe una tensión entre distintas eclesiologías, por lo que es necesario revisar esta situación y también adecuar los diferentes procesos formativos, especialmente del clero.
Un grupo fuerte de tensiones giró en torno al tema del clericalismo y sus consecuencias respecto a la comunidad en general y, dada su relación con el machismo, respecto al lugar de la mujer en la Iglesia. El machismo es muy fuerte, expresa un poder importante y genera tensiones dentro de la Iglesia.
Señalamos una tensión entre la dignidad que nos confiere el Bautismo y la forma de ejercer el ministerio sacerdotal. Notamos que el clericalismo provoca una defensa corporativa que surge de la poca formación humana en la afectividad. Está en juego y en cuestión una manera de ser sacerdote.
El clericalismo también influye en la concepción de la autoridad y en la manera de ejercerla. Si se pone como prioridad lo que decide la autoridad corre riesgo deformar el llamado al servicio que nos hace Jesús.
Se expone el fenómeno muy complejo de la sacerdotización del presbítero y se lo define como una patologización del ministerio sacerdotal. Se pone énfasis en señalar que quien preside la Eucaristía preside una asamblea toda ella sacerdotal.
Se afirma que Vaticano II habla de “presbíteros”, pero que en “Pastores dabo vobis” Juan Pablo II vuelve a hablar de “sacerdotes”.
Otra tensión delicada de explicar es la que se produce entre Iglesia Local e Iglesia Universal. Las instancias eclesiales más altas, parece no tener en cuenta lo que piensan o las circunstancias que atraviesan las instituciones más bajas.
Una tensión particular se manifiesta respecto al lugar de los pueblos indígenas en la Iglesia. Se valora poco su cosmovisión y los valores de su cultura. Se reclama “que los obispos no miren sólo su jardín”.
Al finalizar este encuentro se sintetizaron los sentimientos en las siguientes expresiones: coraje, vitalidad, pedir los dones del Espíritu, fortaleza, apertura, refiguramiento, innovar y escuchar.
PREGUNTA 3 ENCUENTRO DE LAS 15:30
Quienes integran esta comunidad manifestaron las siguientes propuestas para que consideren los participantes del Sínodo en Roma.
El planteo fundamental y fundante de nuestra propuesta se basa en la dignidad común de hijos de Dios conferida por el Bautismo, que nos hace a todos y todas Pueblo sacerdotal. A partir de esta convicción se desprenden estas reflexiones y propuestas.
Replantear el perfil del ministerio presbiteral, según el documento Presbiterorum ordinis del Vaticano II.
Reconsiderar la posibilidad de ordenar a hombres casados, pero que esta posibilidad no se resuelva bajo un sesgo individualista de viri probati (varones probados), sino como una instancia más comunitaria de reflexión y de decisión de comunitates probates (comunidades probadas). Relacionado con esta propuesta, reconsiderar la situación de los sacerdotes que dejaron el ministerio, se casaron, y piden ser admitidos nuevamente a su ejercicio.
Señalamos que si se ordena a varones casados debe cambiar el perfil y la manera de concebir el seminario y la formación que en él se brinde.
En la historia de la Iglesia observamos que los ministerios se crean para atender una necesidad, entonces nos preguntamos ¿si la necesidad cambia no debe cambiar también la modalidad con la cual se ejerce el ministerio? ¿No habría que distinguir el ministerio de quien preside la Eucaristía del ministerio de quien preside la comunidad? Respecto a esto se comentan experiencias concretas y formales aceptadas por las autoridades eclesiales.
Reconsiderar el acceso de las mujeres a los ministerios del Orden Sagrado. El Bautismo, como dijimos antes, está en la base de todos los ministerios, incluido el sacerdotal. Las mujeres también reciben el Bautismo. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar la consecuencia que el razonamiento propone y la realidad reclama?
Sabemos: 1) que la vocación es un llamado de Dios y que Dios nos llama a participar de la vida de la Iglesia; y 2) que hay mujeres que se sienten llamadas al ministerio ordenado. Entonces nos preguntamos: ¿Si el Espíritu llama, puede la Iglesia no escuchar? ¿Puede no mirar con humildad la realidad de la Amazonia donde el 99% de las comunidades son atendidas por mujeres?
Sin embargo, afirmamos que la vocación de la mujer al sacerdocio ministerial no debe ser considerada como una respuesta a la escasez de varones que sientan el llamado al presbiterado, sino como consecuencia de un don que el Espíritu dispensa a todo el Pueblo de Dios.