Starlink
Caída global de Starlink deja sin internet a miles y reactiva el debate por la dependencia tecnológica

El servicio de internet satelital Starlink, desarrollado por SpaceX y liderado por Elon Musk, sufrió este jueves una caída global que dejó sin conexión a cientos de miles de usuarios, incluyendo a muchos en Argentina. El apagón, que se extendió por casi tres horas, no solo generó malestar entre los clientes particulares, sino que también impactó en operaciones estratégicas como las comunicaciones militares en Ucrania.
De acuerdo con lo informado por agencias internacionales, el corte comenzó por la tarde y tuvo una duración aproximada de 2 horas y 50 minutos. Elon Musk, fundador de SpaceX, reconoció públicamente el problema y lo atribuyó a un error de configuración durante una actualización de software. Además, pidió disculpas a los usuarios por los inconvenientes ocasionados.
En Argentina, el apagón afectó principalmente a provincias como Neuquén, Salta, Mendoza y la región patagónica, donde Starlink se ha vuelto esencial ante la limitada oferta de servicios de internet tradicionales. Las redes sociales se llenaron rápidamente de quejas, consultas y reclamos por compensaciones en las facturas. La pregunta “¿Starlink qué pasó?” llegó a posicionarse entre las principales tendencias de búsqueda en Google.

Más allá de los inconvenientes domésticos, la caída del servicio tuvo repercusiones de mayor escala. En Ucrania, país que depende de más de 50.000 terminales de Starlink para coordinar operaciones militares y el manejo de drones en plena guerra, las autoridades reportaron interrupciones en tareas cruciales, reavivando la preocupación sobre la dependencia de infraestructuras tecnológicas privadas en contextos de alta sensibilidad.
El episodio encendió nuevamente las alarmas sobre los riesgos de que sectores estratégicos –desde la defensa nacional hasta la conectividad en zonas rurales– dependan exclusivamente de sistemas controlados por empresas privadas y extranjeras. Especialistas remarcaron la necesidad de diversificar fuentes de conectividad y establecer protocolos de respaldo ante caídas inesperadas.
Mientras los servicios se normalizan progresivamente, el debate sobre la soberanía tecnológica y la resiliencia de las redes digitales vuelve a cobrar fuerza a nivel global.