Alfonsina Storni
Esta poeta argentina es uno de los íconos de la literatura posmodernista. Con una infancia difícil y con carencias y luego una vida con recurrentes enfermedades, su poesía está impregnada de lucha, audacia, amor y una reivindicación del género femenino.
Nació el 29 de mayo de 1892 en Sala Capriasca (cantón suizo del Ticino).A los cuatro años se trasladó con sus padres a Argentina. El primer lugar donde residió fue la ciudad de San Juan, posteriormente vivió en Santa Fe, Rosario, Buenos Aires y Mar del Plata. Cuando tenía catorce años, murió su padre. Trabajó en una fábrica para ayudar en casa.Siendo una adolescente ingresó en una compañía de teatro y recorrió diversas provincias actuando en algunas obras. Al regresar reanudó sus estudios. Trabajó como maestra de escuelay también dio clases de arte dramático. Al poco tiempo del nacimiento de su hijo Alejandro, trabaja en el comercio, hasta que el Consejo Nacional de Educación le otorgó un nombramiento. Desde entonces se dividió entre la enseñanza y las cátedras de declamación en el Teatro Infantil Municipal Labardén y en el Conservatorio Nacional, donde se desempeñó hasta sus últimos días.Fue colaboradora en "Caras Y Caretas" de Buenos Aires y fue premiado uno de sus cuentos. Realizó alguna incursión en el teatro, aunque es famosa por sus libros de poemas. Inicia su carrera literaria en 1916 cuando se edita La inquietud del rosal, donde reúne sentimientos con un nuevo romanticismo. Publicó El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez(1920). Viaja por Europa, en 1930 y 1934, lo que produjo un cambio de estilo poético, como aparece en sus libros más logrados: Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).En 1935 se le diagnostica un tumor del que fue operada, aunque el cáncer continuó y pasó por períodos depresivos tras el suicidio de amigos como Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones oEgle Quiroga. En octubre de 1938 viaja a Mar del Plata. Le envió dos cartas a su hijo y un Poema de despedida al diario "La Nación". Acabó con su vida suicidándose en la playa de la Perla en el mar de Plata el 25 de octubre de 1938.¡Adiós!Las cosas que mueren jamás resucitan,las cosas que mueren no tornan jamás.¡Se quiebran los vasos y el vidrio que quedaes polvo por siempre y por siempre será!Cuando los capullos caen de la ramados veces seguidas no florecerán...¡Las flores tronchadas por el viento impíose agotan por siempre, por siempre jamás!¡Los días que fueron, los días perdidos,los días inertes ya no volverán!¡Qué tristes las horas que se desgranaronbajo el aletazo de la soledad!¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,las sombras creadas por nuestra maldad!¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,las cosas celestes que así se nos van!¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,corazón maldito que inquietas mi afán!¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!¡Adiós mi alegría llena de bondad!¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,las cosas celestes que no vuelven más! ...Voy a dormirAlfonsina StorniDientes de flores, cofia de rocío,manos de hierbas, tú, nodriza fina,tenme prestas las sábanas terrosasy el edredón de musgos escardados.Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.Ponme una lámpara a la cabecera;una constelación; la que te guste;todas son buenas; bájala un poquito.Déjame sola: oyes romper los brotes...te acuna un pie celeste desde arribay un pájaro te traza unos compasespara que olvides... Gracias. Ah, un encargo:si él llama nuevamente por teléfonole dices que no insista, que he salidoDolorQuisiera esta tarde divina de octubrepasear por la orilla lejana del mar;que la arena de oro, y las aguas verdes,y los cielos puros me vieran pasar.Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,como una romana, para concordarcon las grandes olas, y las rocas muertasy las anchas playas que ciñen el mar.Con el paso lento, y los ojos fríosy la boca muda, dejarme llevar;ver cómo se rompen las olas azulescontra los granitos y no parpadear;ver cómo las aves rapaces se comenlos peces pequeños y no despertar;pensar que pudieran las frágiles barcashundirse en las aguas y no suspirar;ver que se adelanta, la garganta al aire,el hombre más bello, no desear amar...Perder la mirada, distraídamente,perderla y que nunca la vuelva a encontrar:y, figura erguida, entre cielo y playa,sentirme el olvido perenne del mar.
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