POEMA PARA LOS MÍOSIAquí también llegaron,casi sin llantos, casi sin palabras.Y aquellos ojos de asombro y espanto,carcomieronalbas sedientas de colinas, pájaros,y la fluvial ternura de sauces y de ceibos.En ignotas tierras, de lluvias y ásperos soles,tan sólo pastizales, arbustos, tajamares.Quizá sorprendidas serpientes.Y un terco sapucay que desensilló sombras y recelos.Aquí también llegaron,casi sin llantos, casi sin palabras.Y en agrestes rincones enquistaronla temblorosa,la salobre congoja del destierro.Desde entonces,el horizonte acunó extrañas voces.Y la luz esparcida de la auroraapaciguó ecos, que aún gemíancon monótono vaivén de oleaje antiguo.Después,madrugadas rebeldes.Caluroso desborde de arroyos y sequías.Atardecidas penas.Suave tristeza del Ángelus, estaqueadopor piadosa ilusión de desmemoria.Cantaban, en silencio,los tenues villancicos.Y era tímido el liriode las rubias sonrisas.Entre riachos, huellones y pacientes lloviznas.Entre la soledad y el miedo. Y estancias,dueñas del viento y del río y del gritode arreos y peonadas ariscas,ellos llegaron, casi sin llantos ni palabras.Y hubo rezos, y entibiadas plegarias.y comunión de sueños y de abrazos.(En qué raigón, abuelo,en qué sapukay desalentado de auroras,se aquietó el gemido ceniciento de la Noche,para que yo,sangre de otras sangres,sombra de otras sombras,aún vibre y estalleante ese desamparo, adheridoa estambres muy secretos de la piel.En qué raigón, abuelo...Y los vientos y lluviasastillan grises escamas de Tiempoy desgastan cortezas de adustos espinillos.y fueron, hasta ayer,caliente cimbra de un país remotoque se pierde en atajos sinuosos del olvido.Y los vientos y lluviasdesmenuzan tardes, otoñan gestos,diluyen voces, confunden recuerdos.Y los vientos y lluviashuracán la noche sin fronteray apretujan clamores dispersos en riberas,sumisos callejonesy el fluir atardecido de las aguas.En qué raigón, por Dios, en qué raigón, abuelo...?)Y la tierra fue un día espiga luminosa.Fugaz cántico de égloga,ascendiendodesde el ardoroso aleluya de la sangre.("Su carga está ahoraen un convoy de carros,relumbres de guadañas,desperezos de arado")Piamonte, Saboya y los cantonesy la Francia del dulce Languedoc.Brotan nostalgias. Quizá alguna fecha.Inevitables lápidas: esquirlas de un afánque aquerenció el dolor y lo hizo siembra.Pero la aldea, alzadajunto a trigos y encendidas escarchas,fue también,agreste paz ardida. Desbordada canciónsin tiempos ni distancias.Piamonte, Saboya y los cantones,y la Francia del dulce Languedoc...Piadosas anécdotas, letanías.Cartas opacadas por los años,la muerte, y un oleaje sin retorno.Piamonte, Saboya y los cantonesy la Francia del dulce Languedoc.Y el mar. Y la pobre plaza aldeana,esfumada entre norias,arados y carruajes.Y un después,de ondulados pregones y sumisos trajines.Piamonte, Saboya y los cantones,y la Francia del dulce Languedoc.Y las campanas insisten, y asumencotidianos repliegues de bueyes y de brazosY la familia, en rezada armonía,canta, juega y ríe.Canta, juega y llora.Y el terso viento de la tardecita,acuna, otra vez!,blancas coplas de arraigo y confidencia.Piamonte, Saboya y los cantones,y la Francia del dulce Languedoc...Y la sangre de otras sangres. Y la dura sombrade otras lejanas sombras.Y aquel ayer de niebla y rocío.Y los surcos sedientos.Y las campanas.Y los hijos.Y los hijos de aquellos hijos, inaugurandoun clamoroso anhelo de raíces,Piamonte, Saboya y los cantones,y la Francia,la Francia del dulce Languedoc...IIEran ellos.Náufragos en vastedad de tierrasy en calmo zigzagueode arroyos y lomadas.Eran ellos, deambulandoinocencias del albay decires de suave desmemoria.Ellos,y el fervor de fugaces calendariosque apresurabanlas hondonadas grises del invierno.Allí, duros trajines, desamparo,renovadas plegarias, extendidasen lindes de la fe,en lindes de la angustia.Sí. Eran ellos,los que afincaron rezos y fatigasen esta tierra equilibrada por las aguasy el desierto susurro de lomas en desvelo.Y allá, a lo lejos,el mar, sin horizontes ni respuestas.El mar,y una estrella fugazque despliega arrullos de lunas sonrosadas.Sí. Eran ellosy el chirriar desvelado de cigarras,que amojonabanla desmesura incierta de los campos.Ellos y el ronroneo ardoroso del amor.Y el desolado surco de los sueños,añeja luz, desnudo campanario,dura matriz fecunda y desgajada.Sí. Eran ellos,los que llegaron casi sin llegar.Y fueron, después piadosa simiente.Agostada parcela,detenida en umbralesañosos del recuerdo.Sí, ellos.Los que acunaron rústicos pesebres,y cánticos y rondas, que surgíandesde nieblas y brisa envejecida.Ellos y la nochey el vértigo azul de las arteriasy las promesas fecundas del aradoy el fervor acriollado de la sangre,asumiendopasiones y naufragios de estas costas.De estos ciegos remansos y sufridos crepúsculosque hablan español y, como ayer,dialogan con la Esfinge.Ellos.Y el desamparo de gritos y metrallas cíclicas.(De aquí. Y de allá.Como inútil constante.O loco desvarío de la sangre).Sí. Eran ellos.Pero quizá seamos también nosotros,frágil esquirla, paciente desveloque balbucea clamores de tiempo.Sí. Quizá seamos también nosotros.Y la Censura N° 104y la fatigosa necesidad de creer.Más allá,de órdenes, marchas y duros clarines.Nosotros,de este, nuestro Sur,de desmesura, y extraños ritualesque estremecen y sacuden lomadas del viento.Nosotros, y el clamor de Huiracocha,Quetzalcóatl, Ñanderú.Nosotrosy el cansancio dolorido del mítico abueloque apretujó en sus venas un errático silbode íntimos valles, nieve y rústico francés.Y un día, en silencio, atravesó la mary hasta aquí llegó casi sin llegar.Y aquí creció en hijos.En piadosas vigilias.En pausado fervor de artesanías.Y en otro vago día, (tal vez sin escándalo),aquerenció sus huesosen esta tierra, que él llamó Destino.Desde ahí, es y será, borroneada lápida,soleado descanso,que perdura, más allá de las lágrimas,más allá del rumor de villancicos en fuga.Sí. Quizá seamos también nosotros,que hoy comprendemos que aquel nuestro abuelo,es río que fluye, sin prisa, cánticosin fronteras. Tristeza que se afincaen cordajes del sueño.Sí. Quizás seamos también nosotros,en esta clamorosa rinconada sureña,que rescatacobrizos y mulatos anhelos de la sangre.Y desmaleza destierros ajenoscon asumida nostalgia de isleño.Sí. Quizá seamos también nosotrosque aquí queremos serporque nos sentimos querencia, sendazigzagueante, anudada en horconesgredosos de la tierra.Sí, Padre Netzahualcóyotl.Sí, Profeta Langston Hughes.Sí, Rubén. ("Es con voz de Bibliao verso de Walt Whitman).Sí. César ("Para sólo morir/ tenemos que morir/a cada instante").Sí, Pablo. ("Las húmedas caras de arenaDicen en silencio Túpac/Y Túpac es una semilla/ (...) dicen en silencio Túpac/Y Túpac germina en la tierra")Sí, abuelo. Sí, hermanosYa somos raíz...! Ya somos América...!