La fórmula es japonesa, y dio éxito ante Sanfrecce Hiroshima, en la semifinal del Mundial de Clubes: un tiro libre de Tabaré Viudez, una mala salida del arquero, un cabezazo de Lucas Alario. Así, aunque con los factores desordenados, River se encontró un empate ante Banfield, en la última jugada del partido. Fue 1-1, en un encuentro que parecía que se llevaba el Taladro tras un gol de Santiago Silva.Todavía, en lo que va del 2016, no apareció el juego de River. El equipo de Marcelo Gallardo es un avión que carretea y no puede despegar: no vuela, es predecible, no inquieta a sus rivales. A pesar de que Andrés DAlessandro jugó de arranque, no provocó situaciones de peligro. Banfield, en cambio, asomó más, aunque tampoco incomodó. Pero se encontró con un gol en el arranque del segundo tiempo, con un gran cabezazo de Silva.River pudo ponerse arriba en el resultado antes: Rodrigo Mora falló un inexistente penal que cobró Juan Pablo Pompei. Lo tiró por arriba. En la segunda mitad, ya abajo en el marcador, el árbitro no le cobró una clara falta de Carlos Matheu al uruguayo adentro del área: debía haber sido el segundo penal para el Millonario.El Monumental transpiró hasta que Alario igualó. Mientras tanto, los hinchas se inquietan: no es enojo ni bronca, es intranquilidad porque todavía no juega bien. Lejos en el campeonato —quedó a ocho puntos de la cima de la Zona 1—, apunta a la Copa Libertadores. Recién el 6 de abril, cuando se enfrente a The Strongest de local, sabrá si tiene cocinada la clasificación a los octavos de final.