RAZÓN CRÍTICA
Entre la chicana y la politiquería

En medio de un contexto de inflación y pobreza, la clase política continúa en sus rencillas personales.
Entre acusaciones cruzadas y carpetazos judiciales, pareciera que los problemas de los argentinos se piensan resolver antes en los tribunales de Comodoro y canales de televisión que en el Congreso y la arena del debate público.
El complejo acuerdo con el FMI es un claro ejemplo de esta situación. Lejos de concordar en un plan de negociación efectivo con la institución, la corporación política vernácula transita por el campo de la chicana barata y la politiquería inútil. Parecen ignorar que se trata de un asunto clave para el futuro del desarrollo nacional. Este mencionado acuerdo se basa en un consenso colectivo. Sin embargo, las directrices personales en las luchas por el poder parecen dominar el área política.
Son momentos complicados para el país y el mundo entero. La crisis económica y sanitaria azota sin tregua. La manera de intentar solventar sus avatares es con una clase política comprometida y eficiente, cualidades que no parecieran abundar en varios de los funcionarios de nuestro país.
Más incontrolable que la cotización del dólar en Argentina, son las ansias de poder de nuestros políticos. Olvidan que están en esos lugares por la soberanía popular. Omiten que llegaron a sus puestos por el voto de una ciudadanía a la que suelen ignorar.
¿Por qué es tan difícil el diálogo y el acuerdo en esta nación? ¿Por qué es tan compleja la configuración de grandes planes nacionales para encontrar soluciones colectivas a las contingencias sociales de Argentina? ¿Existe alguna forma en que los funcionarios públicos no estén en sus puestos sólo para objetivos personales? ¿Qué planes de acción le ofrecen a los ciudadanos? ¿Cuáles son sus alternativas para lograr un país mejor? ¿Tienen en vista alguna manera de negociación para llegar a buen puerto con los organismos financieros internacionales? Todos parecen interrogantes de difícil respuesta.
En fin, en estos términos y con estas actitudes de la clase política es difícil encontrarle solución a los mismos problemas de siempre en Argentina. En la medida en que los planes personales de los funcionarios acaparen la escena pública y cuestiones de fondo como la inflación y la pobreza queden a un lado, el desarrollo del país se tornará inviable.