Pbro. Jorge H. Leiva
La esperanza y la Trinidad
En el siglo XVI, con la reforma protestante si puso en tela de juicio a la Iglesia de tal modo que apareció una especie de consigna que decía “Cristo sí Iglesia no”.
Aquellos “reformadores” negaron la jerarquía, la Tradición y la influencia de los Santos,
cosa que percibimos en las comunidades evangélicas de nuestros barrios. (Lo digo con todo
respeto).
Luego se llegó a otra conciencia: “Dios sí pero, Cristo no”; pensemos así en lo que decimos
en la escuela “Dios es fuente de toda razón y justicia” en la línea de la Revolución
Francesa. Cristo-según esta corriente- pasó a ser un maestro, un mediador más, pero no el
Revelador del Padre, que nos dice de verdad quién es Dios y su Iglesia y quienes somos
nosotros.
Luego en las últimas décadas, con los movimientos de la “nueva era”, la tendencia fue
sostener una espiritualidad, pero sin religión. Se nota también esta tendencia en el yoga y
en prácticas análogas cuando adquieren características de sectas.
De esta manera se niega la Revelación para sostener una “autoafirmación de la conciencia
humana”, la percepción de “energías” que recibimos en meditaciones que suceden en la
interioridad; todo esto sin referencia a la verdad revelada y filosófica y por lo tanto sin un
llamado al compromiso con la fraternidad y la justicia.
Muchos tentados con esta idea se ven inclinados a “domesticar el cristianismo” adaptándolo
a las modas y a las tendencias de turno: hemos visto que hay quienes quieren
“modernizarla” negando sus raíces, el origen divino de sus enseñanzas.
Cabe señalar también que no han faltado movimientos que, inspirados en una lectura literal
de la Biblia, desprecian las ciencias como si la fe como, el pensamiento filosófico y la
técnica no tuvieran un mismo origen.
No es más religioso quien afirma que la verdad sólo se aprende en la Biblia despreciando
así la sabiduría de los sabios y de los pueblos, ya que como decía San Juan Pablo II: “La fe
y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la
contemplación de la verdad”.
Chesterton, el escritor y polemista inglés, dijo: “Sólo la Iglesia Católica puede salvar al
hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo”.
Los católicos celebraremos este domingo la fiesta de la Trinidad: este misterio es propio de
la Revelación y es inaccesible con la sólo luz de la razón.
Con esta fiesta reafirmaremos que El Hijo Encarnado ha revelado el verdadero rostro de
Dios, reconocemos que la Iglesia es nuestra Madre y Maestra, y que la contemplación y los
ritos sagrados (con la luz del Espíritu Santo) nos introducen en la verdadera esperanza para
ser en nuestras tareas cotidianas un signo del Amor Divino.
Este domingo entonces diremos sí al Verdadero Dios que se manifestó en el Hijo, y sí a la
Iglesia que es la casa de la Palabra para llevar adelante nuestro proyecto de vida
recorriendo los caminos de la Palabra que son la catequesis, el perdón y el amor entregado
hasta la muerte.