Razón Crítica
Sin proyecto no hay política

A la hora de emprender una gestión política se necesitan un proyecto, territorio y recursos. Estos tres ejes sustentan todas las acciones, sentidos, ideas y herramientas al momento de la administración estatal. A su vez, es preciso resaltar lo siguiente: la política es la asociación de personas y recursos con el objetivo de transformar la realidad social en términos colectivos. Entonces, en esta línea, cuando no hay proyecto no hay política.
Como si esto fuera poco, el oficialismo está en otra encrucijada al respecto de los tres ejes mencionados al inicio del primer párrafo. Además de lo expresado en relación al proyecto, el Gobierno Nacional mantiene enormes problemáticas ligadas a los recursos que administra y al territorio que (no) transita y que le cuesta comprender. A propósito de lo primero, el Frente de Todos no puede resolver eficientemente la cuestión inflacionaria. Mes tras mes este índice aumenta constantemente, lo cual implica que también se incremente la pobreza y, más aún, entre los sectores de los trabajadores precarizados (asunto para el cual el oficialismo tampoco tiene soluciones). A este embrollo macroeconómico se le suma el tema del dólar y la escasez de reservas. En relación a esto último, un estudio publicado por la Reserva Federal de Dallas, que integra el sistema de la Fed, advirtió que la Argentina y Turquía son las economías emergentes con las reservas menos “adecuadas”, o más frágiles, para soportar el alza de las tasas de interés que inició el Banco Central de los EEUU. El estudio advierte que el presente ciclo alcista sería más fuerte que el iniciado en 1994 y que desencadenó el “efecto Tequila”. Y precisa que los bancos centrales de nuestro país y Turquía no tienen recursos suficientes para afrontar vencimientos de corto plazo (Fuente: Infobae). La debilidad Argentina en el exterior es acuciante y el Gobierno Nacional sigue sin prestar atención a esta temática por sumergirse en sus batallas personalistas de egos por la obtención y mantenimiento del poder dentro de la coalición.
Con respecto al territorio, el FdT continúa sin saber lo que ocurre en la calle. La pobreza y la vulnerabilidad se observan todo el tiempo en los barrios e, inclusive, los datos aportados por observatorios y consultoras van en el mismo sentido. A esta altura pareciera ser que el territorio para el oficialismo en el contexto de la praxis política es únicamente ubicar “barones” y “punteros” que le aseguren una red electoral a favor. El territorio en términos reales es la calle, el barro, son las bases del quehacer político en clave colectiva. Si se ignoran estos puntos, el fracaso está asegurado en este ámbito. Es más, pareciera ser que al Gobierno Nacional no le importa fracasar en este aspecto, lo cual incrementa la gravedad del asunto dado que se está hablando de miles de argentinos y argentinas dejados a la deriva.
Ahora bien, en el aspecto ligado al proyecto político del Frente de Todos, ¿qué se observa?. La pregunta es compleja y la respuesta aún más. Sin embargo, básicamente se puede decir que dentro del proyecto oficialista prima la incertidumbre. Ministros que vuelan, funcionarios que entran y salen y personalidades políticas que se mueven entre los cargos cual fichas en un juego de mesa. ¿Quién verifica la idoneidad de ellos para los respectivos cargos? ¿Mantienen alguna experiencia o sapiencia en relación a la tareas que les tocarán desarrollar? ¿Tienen un panorama certero de lo que tendrán que resolver?. En este tramo de la historia política de la gestión gubernamental actual no sólo hay incertidumbre sino, además, mucha improvisación.
No hay proyecto y el rumbo no está claro. Por ende, no hay política. Sin ella estamos frente a una coalición que se caracteriza por ser un conglomerado de nombres dispersos sin asociaciones ni acciones coherentes entre sí. A este panorama se le suma la completamente deshilachada figura presidencial. Aún más erosionada con la designación de Sergio Massa como “superministro”, lo cual en la práctica implica que tendrá más poder que Alberto Fernández.
El Gobierno Nacional se ha convertido en una licuadora de sus propios cuadros políticos. A este ritmo no quedarán funcionarios ilesos en términos de imagen positiva. Parece ser que el voleo inconducente de funcionarios apunta a encubrir e ignorar la incompetencia presidencial.
En fin, sin proyecto no hay política y sin ésta no hay posibilidades de transformación real de la sociedad.
Julián Lazo Stegeman