La concejal se refirió a su trabajo social
Cevasco: "Mi lugar es en el barrio, con la gente"
Desde hace más de quince años, Micaela Cevasco recorre barrios, impulsa actividades con niños y adolescentes, y acompaña a familias. En esta entrevista se refiere a su trabajo territorial y a la problemática que la manifiestan los vecinos de Gualeguay.
—¿Cuándo comenzó tu vínculo con los comedores barriales?
—"Hace muchos años que empecé, quince o más”, cuenta Cevasco. En ese tiempo comenzó a asistir a un comedor en Rocamora, donde junto a un grupo de amigos brindaban almuerzo los sábados a unas doscientas personas. "Hacíamos distintas actividades sociales en el barrio, o a veces íbamos al 17 de Octubre o al Minuán ".
Su compromiso comunitario fue de la mano con una identidad política. "Todos compartíamos una misma ideología política que era del peronismo, el justicialismo". Ese fue el inicio de una militancia que creció en los barrios y luego la acercó a la política institucional.
—¿Sentís que tu candidatura estuvo signada por ese vínculo con la gente?
—"Creo que fue eso". Una vez finalizados sus estudios, se instaló nuevamente en Gualeguay y se dedicó con más fuerza a la militancia. "Era la necesidad del grupo que me invitó a participar de las elecciones, de que alguien nuevo, con otra impronta, se inserte". Además, destaca que en su grupo del Rocamora "ninguno estuvo nunca en un cargo político ni público". Su trabajo fue siempre desde el llano: “Éramos un grupo de amigos que teníamos las mismas ganas de hacer un bien a la gente".
Cuando el comedor de Rocamora cerró, por no poder contar más con el espacio físico, Cevasco siguió su tarea en otros lugares. "Siempre digo que mi lugar es en el barrio con la gente, sirviendo al otro, escuchando, acompañando".
—¿Y cómo siguió ese trabajo?
—"Hace unos años me uní al grupo del Barrio Evita, a un merendero con Ercilia Gálligo y Gisela García, que ya lo tienen desde 2012". Desde entonces, el trabajo se intensificó. "No solamente con meriendas, sino con clases de apoyo, talleres de baile, música, teatro, expresión corporal". En los últimos dos años incluso impulsaron una comparsa infantil.
Además, con ayuda de su entorno profesional y familiar, articulan otras actividades: "Mi hermano es pediatra, así que lo llevamos para hacer revisiones o dar charlas. Tengo una amiga odontóloga, hicimos un relevamiento de salud bucal. También conseguimos peluqueros, profes de educación física que van a hacer juegos". Para ella, todo lo que puede acercar al barrio, lo lleva.
—¿Solamente en Evita o recorrés otros lugares también?
—"Recorro todo", responde. Pero algunos lugares los visita más seguido porque se ha vinculado más con vecinas y vecinos. "Desde que soy concejal siento la necesidad de estar en contacto con la gente todo el día. Cuando salgo de trabajar me voy a donde me llamen porque la gente manda muchos mensajes".
A menudo recibe reclamos de vecinos que piden su visita: "Mirá dónde vivimos", le dicen. Otras veces se acercan con inquietudes “sobre el estado de calles o servicios”. También acompaña cada sábado al mediodía al comedor que sostiene Sole en el barrio Dunat. "Siempre trato de acercar o llevar algo, desde leche hasta zapatillas. Todo nuevo, nada usado ni recolectado". Y concluye: "Eso es lo mínimo que puedo devolverle a la gente desde el lugar en el que estoy".
—La gestión municipal duplicó las raciones de alimentos, lo que indica un agravamiento de la situación social. ¿Qué ves vos en los barrios?
—"La crisis es total", afirma Cevasco. Las personas se acercan no solo por alimento sino porque sus condiciones de vida se deterioraron. "Los chicos de lunes a viernes comen en la escuela, entonces les hace muy bien el almuerzo del sábado o la merienda". Por eso, junto a sus compañeras están considerando modificar la merienda por una comida más sustanciosa en los meses de frío.
En cuanto a la situación económica, la lectura es clara: "La gente antes hacía changas, cortaba el pasto, limpiaba casas, y ahora no hay plata para pagar esas cosas". La caída del consumo impactó en toda la red de sostenimiento informal.
Además, asegura que nota la ausencia del Estado local en zonas más alejadas: "La falta de presencia del municipio en barrios periféricos se nota y la gente te lo dice". Cita concretamente algunos casos: "En Minuan te dicen que no va nadie o que pasan de largo, en Cangurito lo mismo, en el Molino también".
En este escenario, destaca el rol que cumplen las iglesias. "Han hecho un gran laburo, están conteniendo. Tengo gente conocida y son ellos quienes hacen de nexo". En muchos casos, señala, "eso ha ayudado al municipio, cuando debería ser el municipio el que esté mucho más presente".
La situación alimentaria en particular también la preocupa. Lo que escucha se repite en todos lados: “los chicos comen en el jardín o la escuela, de lunes a viernes. Los fines de semana, se complica”.
—Más allá del trabajo social, ¿qué creés que necesita Gualeguay para salir adelante como ciudad?
—“La situación nacional afecta sin dudas, pero la ciudad en sí está estancada. Llegamos a una meseta y ahí estamos. Estamos como en un llano, y a veces pareciera que vamos en retroceso".
Para ilustrarlo, Cevasco compara con ciudades vecinas: "Basta ver Galarza. Cómo ha crecido, lo linda y prolija que está, y cómo el intendente se ocupa de gestionar". Subraya que ese desarrollo tiene que ver con tener un objetivo claro: "Se necesita que la ciudad tenga un desarrollo más productivo, y eso va de la mano con mejorar el turismo".
Sobre el Carnaval, uno de los principales atractivos turísticos de Gualeguay, advierte: "Hace mucho tiempo que está en un mismo nivel. Todos los años es la misma lucha: si se va a hacer o no, si se llega a un acuerdo con las comparsas". Según su visión, el sostén principal viene "del esfuerzo de los integrantes y de todas las personas que aman el carnaval", como diseñadores, talleristas y músicos.
En cuanto a la cultura, cree que hay una falta de renovación: "Hace mucho tiempo que no se ven eventos distintos de los que venimos viendo hace años". No desmerece lo que existe, pero pide "darle oportunidades a otros artistas y trabajadores de la cultura local".
Un ejemplo que lamenta es la pérdida del encuentro de batucadas y baterías: "Si nos sentimos un pueblo con identidad carnavalera, no puede ser que semejante fiesta se haya ido de la ciudad".
—¿Qué sentís que Gualeguay podría hacer similar a Galarza?
—"Ellos tienen claridad y determinación sobre hacia dónde quieren ir". Describe el trabajo del intendente de Galarza en su primera gestión: "Cubrió todo lo que hace a las obligaciones de cualquier gestión municipal. Calles asfaltadas, iluminadas, red de gas natural, red cloacal, agua potable en toda la ciudad".
Contrasta ese modelo con la situación local: "La red de gas natural acá no sé hace cuántos años no se extiende un metro. Si no es por los vecinos que se juntan, lo pagan y la traen, no llega". Para Cevasco, hace falta planificación. "No puede ser que Galarza piense a 20 o 30 años y nosotros no podamos".
-¿En qué afecta esa falta de planificación que vos mencionás?
-Acá no sabemos si queremos apuntar a lo turístico, si queremos apuntar a la industria, si queremos ser una ciudad estudiantil, como apuntaron en algún momento con los polos educativos. No sabemos para dónde vamos y no hay planificación de qué ciudad queremos. La ciudad se ha extendido también, ha crecido de forma desordenada y estamos ahora pagando todas las consecuencias de eso, de una falta de planificación también urbana. Las calles son intransitables, la gente vive en lugares que no tiene ni siquiera los servicios básicos garantizados.
-¿A qué se debe ese problema de gestión?
- La mayoría de los quienes integran la gestión actual del municipio siempre antes de decir cualquier cosa te aclaran, "Yo no soy político." Y algunos hace doce años que están. Han intentado instaurar como una mala palabra a la política y ahora ese discurso está siendo un poco difícil de mantener por tantos años. El senador también dice que él no era político, pero ahora es senador provincial, ¿cómo no vas a ser político?
Su cierre busca reivindicar la palabra: “La política no solamente es gestión, es servicio, sino que aunque la frase esté sumamente trillada, sigo sosteniendo que es la herramienta de transformación social. Uno tiene que ser capaz de honrar esa palabra y de gestionar. No creo en las malas intenciones de nadie. Creo que todos los que estamos queremos hacer lo mejor que podamos y queremos hacer el bien. Pero también creo que está faltando acá sin duda mucha gestión y planificación. Falta un rumbo de hacia dónde se quiere ir”, finalizó.