Por el Pbro. Jorge Leiva
Don Tomás y el padre Andrés

Cantaba Yupanqui: “Cuando vayas a los campos/ no te apartes del camino/ pues puedes pisar los sueños/ de los abuelos dormidos”.
Recordamos un nuevo aniversario de la ciudad San Antonio de Gualeguay: el 19 de marzo, día de San José. Hagamos memoria de nuestros “abuelos dormidos”.
Una estudiosa de la historia argentina llamada María Elena Barral se ha ocupado de la historia de nuestros orígenes. Ella es Licenciada y Doctora en Historia y miembro del CONICET.
En su libro “Curas con los pies en la tierra. Una historia de la Iglesia en la Argentina contada desde abajo” (2016), reconstruye los perfiles de vida de sacerdotes que tuvieron una participación activa en política, tanto a favor como en pugna con las autoridades de su época.
El primer cura al que hace referencia es a nuestro Andrés Quiroga y Taboada. Pareciera que nuestro historiador Humberto Vico- escritor del 1º tomo de la historia de Gualeguay- habla del conflicto de Rocamora con el Padre Andrés como el de una disputa barrial, una rencilla de “micro-poderes”. La Lic. Barral, en cambio, afirma que lo de Rocamora era más serio porque en realidad quería reducir las atribuciones del cura, en defensa de la idea: “Primero el rey después Dios”, por lo que el conflicto era mucho más trascendente. Como dice María Elena Barral: “¿Dios o el rey? Se trata de una discusión política central presente en boca de autoridades religiosas y civiles, algo así como el clima de la época”. Simbolizaba, entonces, el nuevo tiempo en el que los gobiernos dejaban de observar de hecho y de derecho el equilibrio (Inestable, pero equilibrio al fin) “entre trono y altar”. (No olvidemos que pocos años antes el rey de España había expulsado de sus colonias a los jesuitas. ¡Una verdadera catástrofe!)
El cura fue acusado injustamente de trasladar con poco decoro la capilla al sitio donde él quería que fuera erigida y, como consecuencia de la disputa con Rocamora, el religioso se quedó sin feligreses. Fue así como, según nuestra historiadora, el cura Andrés se convirtió en una especie de eremita.
Recomiendo a los lectores que lean las páginas donde la Dra. Barral relata cómo el Cura se sirvió de la Santa Hostia para defender sus fueros eclesiásticos improvisando una procesión con el Santísimo, lo que nos da muestras de que el cura, además de ser muy apostólico, era muy astuto. Por otro lado, cabe señalar que Mario Alarcón Muñiz en su libro “Entrerrianía” decía que el lugar elegido por el cura era el mejor porque no se inundaba.
Es necesario indicar que el conflicto no sólo fue por la cuestión Iglesia y estado, también tuvo que ver con la lucha por la justicia: las tierras del sur entrerriano eran un botín para los habitantes de Buenos Aires y Santa Fe: “Rocamora acusado de ejercer torturas sobre los indígenas que ungieron como protector a Méndez y de estar vinculado a su sospechoso “suicidio”. Este hecho precipitó la salida de Rocamora de sus funciones en Entre Ríos en mayo de 1786” dice nuestra historiadora.
El Cura Andrés se fue al pago de Nogoyá donde fundó una capilla en honor de la Virgen del Carmen lo cual dio origen a la creación de esa ciudad entrerriana.
Curas, laicos, consagrados caminaban estas tierras hace 240 años en clima de “sínodo” es decir en “camino comunitario”. Hicieron lo que pudieron por el bien común en estas tierras.
Ahora a nosotros como Pueblo de Dios nos toca “discernir en comunión y participación” como lo hicieron aquellos pioneros. Nos queda el compromiso de “no pisotear los sueños de los abuelos dormidos” de legar