Por Pbro. Jorge H. Leiva
Grano de trigo
“…si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24)
“La muerte ha dejado de hablar. Se la priva de todo lenguaje ya no es un modo de ser sino un mero cese de la vida que hay que postergar por todos los medios. La muerte significa simplemente la des-producción, el cese de la producción…cuando se niega la muerte en aras de la vida la vida misma se trueca en algo destructivo”. (Han)
Para Jesús de Nazaret la muerte tenía palabras evidentes: era signo de la tragedia del pecado, de la fragilidad humana, de la ofrenda a su Dios (había visto la muerte del cordero en el templo como rito de acción de gracias y súplica al Dios de los padres), del servicio abnegado, signo del castigo por la culpa original.
“…si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo…”
¿Por qué dice el filósofo que negar la muerte en aras de la vida es algo destructivo? Porque quien no está dispuesto a amar hasta la muerte de repente es capaz de quitar la vida a otro con tal de seguir viviendo aunque no sea más que una “existencia inauténtica”.
Entonces el bienestar, la salud se vuelve una especie de idolatría y en el altar de ese bienestar la persona “inmola” y sacrifica todo, hasta el honor propio, el de los hermanos, el de Dios.
Decía Heidegger que el ser humano inexorablemente va a morir. Ante esta realidad que es temible, aparece una enorme angustia y esa angustia revela la nada y la nada revela la muerte; el hombre quiere frenarla, quiere negarla. Para negarla se entrega a lo que Heidegger llama la existencia inauténtica.
Jesús no negó su muerte: por eso Él fue verdaderamente auténtico: Sabía que es el Hijo Amado y que no podía negar su identidad, sabía que estaba llamado a liberar a los hombres de la esclavitud de la ley y del pecado. Cuando ya no tuvo opciones se entregó.
Se entregó por amor. No fue un suicida, ni un irresponsable, ni un fanático religioso que se auto-inmola. Es el Hijo Amado que porque se supo amado se entregó.
Jesús no negó la muerte por eso fue libre: no estaba “apegado” al aplauso de las multitudes, a los afectos, a la propia vida. “Nadie me quita la vida-dice-yo la doy” (Jn 10).
Dice el poeta: “Quienes viven en el campo,/ han tenido la experiencia/ de ver que lo que sembraron/ queda oculto entre la tierra…/ en la tierra muere el grano,/ pero a la vida despierta/ y lo devuelve cambiado/en espiga que revienta”. José García Velázquez (Poeta español contemporáneo).
Decía un humorista: “Si yo fuera inmortal no me gustaría saberlo”…Quien se cree inmortal no puede morir de amor, no puede garantizar a su alrededor un amor incondicional…hasta la muerte y así de esta manera la posibilidad del martirio hace a la vida más digna de ser vivida.
Además saber que otro murió de amor por mí me hace más valioso.
“Recuerda que eres polvo y que al polvo volverás” nos decía el comienzo de la Cuaresma.
El salmista corrobora que nuestra vida es como la hierba que “… por la mañana brota y florece y por la tarde se seca y se marchita”. Y luego estalla en súplica diciendo: “Enséñanos a calcular nuestros años, para que nuestro corazón alcance la sabiduría” (Sal 89(90)).
¿Les estamos enseñando a nuestros jóvenes la sabiduría del grano d