Gualeyos por el Mundo
Nicolás Fiorotto: Del Río San Lorenzo al Lago Ontario: Nuestro viaje por el este de Canadá
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“Canadá es un destino poco frecuente, y sobre todo la costa este. Pero descubrimos un país maravilloso con mucha riqueza cultural e historia. Su nombre deriva de la palabra Kanata, de los pueblos originarios de la zona, y significa aldea o grupo de chozas.
Una vez aterrizados en suelo canadiense, el viaje por tierra lo realizamos con trenes, con coches de primera línea, gran puntualidad e impecable servicio a bordo.
Comenzamos la travesía en la provincia de Quebec. Esta es una de las 10 provincias que conforman el territorio nacional de Canadá, con ascendencia francesa por excelencia, incluso aún con firmes intenciones separatistas. Es que la unificación nacional (como en muchos países del mundo) fue muy difícil: los conquistadores franceses e ingleses a lo largo de la historia se disputaron los territorios, y es Quebec la única provincia con el francés como idioma oficial, además de estilo de vida muy diferente al resto del país.
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La primera ciudad que visitamos fue Montreal, una metrópolis deslumbrante por sus rascacielos, pero manteniendo también un casco histórico con ricas construcciones centenarias. Debe su nombre a una colina en donde se fundó la ciudad: el “Monte Real”. Es una ciudad portuaria: por allí discurre el río San Lorenzo, de gran caudal, y con desembocadura en el Océano Atlántico.
Si bien nuestro paseo fue a fines del verano boreal, todo el este canadiense se ve azotado año a año por temperaturas gélidas, que llegan a alcanzar los 20 grados bajo cero. Es por ello que existe en Montreal (y también en Toronto) la llamada “ciudad subterránea”, y recorrimos gran parte de ella con nuestro guía turístico: es una serie de 34 kilómetros de túneles subterráneos con shoppings, supermercados, farmacias y todo tipo de comercios y servicios. Es posible caminar todo un día sin salir a la calle. Un hito de la ingeniería civil para poder soportar los inviernos crudos canadienses.
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Luego visitamos la propia ciudad de Quebec, una maravilla arquitectónica emplazada en una colina y en la unión de dos ríos, la ciudad más al norte de la serie de ciudades importantes al este del país y que fue la capital nacional durante el siglo XIX. De origen puramente francés, se destaca por sus edificios al estilo París.
Ya en la provincia de Ontario, realizamos un paseo por las llamadas “Mil islas”: una formación al estilo Delta, en donde la geografía ha generado un conglomerado de islas en el estrechamiento del lago Ontario hacia el Río San Lorenzo. Paseamos en un barco que nos mostró las hermosas propiedades de fin de semana de los canadienses en una zona muy exclusiva, y digna de imágenes de películas.
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El viaje continuó hacia Ottawa, capital de Canadá, en donde se encuentra la “Colina del Parlamento”, una zona de hermosos edificios góticos que albergan al gobierno nacional, con el Parlamento (Cámara de los Comunes y Senadores) y el edificio del Primer Ministro. Es que Canadá forma parte de la Mancomunidad de Naciones del Reino Unido. De hecho, el jefe de estado canadiense es el propio Rey Carlos III de Inglaterra. En esta bella ciudad festejé mi cumpleaños número 41.
Por último, visitamos Toronto, una ciudad con sello propio: cosmopolita, vibrante y que nunca descansa. Se destaca por “el mirador más alto de occidente”: la torre CN, con sus 553 metros de altura.
Subimos al mirador de la torre (un poco temerosos) por el ascensor panorámico que tardó tan solo 21 segundos -hasta los 351 metros-, donde se encuentra el mirador principal de 360°, con un museo y un restaurante giratorio. Luego seguimos ascendiendo otro tramo, hasta los 447 metros, el mirador más pequeño, pero el más alto de occidente. Allí realmente se sentía el vaivén de la torre, oscilando por la altura y la acción del viento.
Fue una experiencia maravillosa, ya que nos encontramos con un país del que poco sabíamos, en las antípodas de nuestra geografía austral, pero con mucha riqueza cultural, geográfica e histórica que hacen de Canadá un destino interesantísimo, con la calidez de su gente, y sobre todo seguro de visitar.
Nuestro siguiente destino fue Albania, en la costa este del mar Adriático. Cruzamos el Océano Atlántico y nos adentramos en la tierra de los Balcanes Europeos. En la próxima entrega hablaremos de este país y sus múltiples características.”
Continuará…