Pandemia y salud emocional... ¿vulnerabilidad o resiliencia? 4ª Entrega
Entre los aprendizajes a lograr, se halla el conocimiento de los otros sistemas emocionales que disponemos, además del responsable del miedo; saber la forma en que se activan es valioso.
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Conociendo esas acciones podemos llegar al equilibrio emocional, mientras damos el tiempo necesario para que la razón, que es más lenta, empiece a actuar.
Es importante reconocer el papel de las emociones en el manejo de la psicología. El sistema emocional produce cambios viscerales, en actitud corporal y facial, y en experiencia subjetiva. Es importante entender que cada una del sistema emocional es un fenómeno pre-programado en cada especie. La emoción conlleva una expresión de urgencia o presión. En la vivencia emocional predomina la representación mental, visceral o sensorial, capaz de generar falta el aire, retortijón de tripas, aceleración del corazón, ojos que parecen salirse de las órbitas.
El aparato emocional está constituido por los siguientes sistemas: de la expectativa, ira, miedo, deseo-psico-sexualidad, del apego y cuidados, del juego-alegría, y otros. Entre los sentimientos básicos que tienen función adaptativa se hallan: vergüenza, culpa, orgullo/autoestima y tristeza. Los especialistas, que manejan muy bien esto, nos pueden acercar reflexiones, replanteos y medidas de cuidado. Necesitamos más información sobre estos aspectos, como estresores psicosociales o experiencias relacionales adversas que son factores de riesgo que nos tornan vulnerables. Pero también existen factores protectores o de contención, que disminuyen la probabilidad de estrés y que son determinantes de resiliencia o fortalecimiento.
La contención es la capacidad de recibir emociones o sentimientos positivos, propios y de los demás, incorporarlas y devolverlas, en una elaboración que favorezca el desarrollo individual y social, modificando las emociones iniciales. Esta capacidad aumentada en la persona, allegados o redes sociales, significa una forma de protección contra el desequilibrio mental; significa tener elementos para resolver, tolerar o modular esas situaciones a través de nuestros sistemas emocionales.
Existen niveles de contención o resiliencia para disminuir la posibilidad de desequilibrio psicosocial y trastornos mentales. El primero es integración y coherencia del mundo interno, llamado capacidades del yo; el funcionamiento del cuerpo y la propia imagen corporal; la familia, su representación y funcionamiento armónico; las redes de amigos próximos, los grupos, y centros de reuniones sociales; el ambiente laboral y la escuela, como instituciones de contención y uso defensivo; finalmente las redes especializadas.
El primer consuelo viene de las buenas experiencias, y de las personas que ayudan. En situaciones extremas como COVID 19 muchos entran en depresión o inhibición, otros en la solidaridad, o en el máximo placer del altruismo. Las capacidades de ayuda, para manejar las situaciones externas, son aprendidas de los padres y allegados. La prevención del desequilibrio puede venir proporcionada por la familia o por las redes no especializadas de asistencia. Estas redes pueden estar constituidas por amigos-conocidos-vecinos-grupos espontáneos-vivenciales y relaciones laborales, y sus aportes solidarios son muy contenedores.
Dr. Bernardo "Cacho" Gandini
"Estoy preparado para lo peor, pero espero lo mejor."
Benjamin Disraeli

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