Presentación de dos libros del Dr. Bartolomé Vasallo: “Recuerdos entre paredes” y “Me verás en las rosas de tu jardín”
Hace 2 años, en el Club Social, el Dr. B. Vasallo presentó su libro “Todos los caminos conducen al otoño”, una serie de relatos individuales, autobiográficos. Con motivo de la presentación de dos nuevos libros conversamos con el Dr. Bartolomé Vasallo. Las mismas abarcan desde la autobiografía hasta la novela de tesis. Con una vida dedicada a la medicina, nos relata cómo el retiro le abrió las puertas a la narrativa y a la poesía, y cómo sus experiencias personales nutren historias que buscan dejar una moraleja. Conversamos con él.
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Se han sumado dos libros más de su autoría. Háblenos de “Recuerdos entre paredes”. ¿Por qué ese título?
- Se llama así porque visité la casa donde me crié entre los 6 y los 16 años, que fue una etapa muy importante de mi vida. Yo creo que esa etapa me marcó, es la que conformó mi carácter. Estoy convencido. Tuve experiencias muy buenas y experiencias negativas. Se me ocurrió hacer algo parecido a la “Divina Comedia” cuando vas visitando los círculos. Entré en la casa y desde que entro por la escalera voy recorriendo cada uno de los ambientes, y ahí voy recordando cosas que me han pasado y que se iban encadenando.
Ese parece ser el relato central. ¿Qué más incluye este segundo libro?
-Claro, ese es el cuento más largo. Previamente hay un cuento corto que se llama “Ñandú”, que es una experiencia personal también de mi adolescencia en el campo, un hecho curioso que le encantó al profesor Vega, a quien conozco de la Universidad de C. del Uruguay hace unos 20 años. Y a continuación hay 15 poemas.
Mencionó la poesía. ¿Siempre le gustó este género?
-Sí, sí. Me gusta la poesía, pero me gusta la poesía rimada, me gusta la poesía con canto. ¿Sabe qué? Borges decía que lo que dice un poema es lo de menos, que lo lindo del poema era la musicalidad.
¿Cuáles son sus influencias poéticas?
- Estoy muy influenciado por la poesía del Siglo de Oro español y por la poesía del periodo romántico, como el estilo de Gustavo Adolfo Bécquer, Núñez de Arce, entre otros.
¿Le nacen espontáneamente o requieren de mucha labor de corrección?
-Sí, hay momentos. No sé por qué, hay momentos que no se me ocurre nada y hay momentos que me surge. Tengo que salir corriendo y empezar a anotar para no olvidarme. Y después sí, obviamente las corrijo, las pulo.
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¿Y el segundo libro que presentará mañana, tercero de su autoría?
-El segundo libro que presento mañana se llama “Me verás en las rosas de tu jardín”. No tiene nada que ver con los dos primeros que escribí. Para ser honesto, si me pregunta cómo se me ocurrió, no sé. Un día me ocurrió surge una historia entre dos criaturas que se conocían de chicos y el argumento me fue llevando, me fue llevando, y llegó un momento que la novela me dirigía a mí. Entré en el clima y la historia fluía. Es la historia de un matrimonio judío ortodoxo que escapa de Alemania; primero a Barcelona, luego se radican en Argentina.
Mandan a su hija mayor a un colegio del Estado, el primario. Ahí se conoce con este chico a los 6 años. Se da una afinidad muy especial a lo largo de la infancia, luego la adolescencia. Ella va a un colegio de la colectividad judía (ORT), él va a un colegio Roca, donde fui yo. Empiezan a veranear en Miramar y terminan enamorándose. Se estaban por casar y los padres deciden irse a Israel. Yo he estudiado, me llevó varios meses releer literatura sobre temas de religión, y los hijos, la familia para el judío ortodoxo es fundamental. En contra de su voluntad, ellos se van con los padres y se radican en Israel. Ahí comienza la segunda parte del libro. En realidad, este argumento, que yo lo llevé a una situación extrema —por eso se llama “Exégesis de un abandono” el epígrafe—, lo utilicé como argumento porque siempre me ha gustado leer sobre las religiones y sobre teología. Lo usé como excusa para poner una cantidad de pensamientos míos sobre las tres religiones: cristiana, musulmana y judía.
He tratado de no atacar a ninguna; hago una crítica en la que traté de ser lo más objetivo posible, qué es lo que yo pienso. Conozco un poco el ambiente, por eso digo que hay muchas evocaciones personales. La historia en sí es ficticia, pero la pretensión del libro es transmitir un mensaje, los desaciertos que se cometen cuando uno es apegado fanáticamente a dogmas. Esa es la verdadera intención, una especie de moraleja, que haga pensar a quien lo lee lo que ocurre cuando la gente se apega al fanatismo. Es un libro que el que lo lee puede estar de acuerdo o no, pero que yo creo que lleva a tomar una posición; no sé si lo habré logrado o no.