Razón crítica
Que la grieta no marque la agenda
Si bien el concepto de “grieta” se popularizó a partir del periodista Jorge Lanada para definir todo el proceso político y mediático que apareció mediante el conflicto de “la 125” en el año 2008, lo cierto es que existe mucha teoría al respecto, de diversas disciplinas, que viene desde hace muchos años atrás en diversas latitudes del mundo.
Desde intelectuales europeos como el ruso Nicos Poulantzas y sus nociones a propósito de los “bloques de poder” hasta el pensador italiano, Antonio Gramsci, y su importante concepción de “hegemonía” o la vasta teoría crítica de la escuela filosófica alemana conocida como la Escuela de Frankfurt. Nuestro país no es la excepción y tiene mucha literatura al respecto, desde Ernesto Laclau y su concepto de “populismo” con sus consecuentes derivaciones como, también, la noción de “empate hegemónico” configurada por el sociólogo Juan Carlos Portantiero.
Ahora bien, la “grieta” es una metáfora o una categoría que sirve para explicar algún aspecto de la realidad nacional, según la fuente desde que se la utilice. El problema está cuando la mencionada metáfora o categoría excede si carácter analítico y comienza a marcar la realidad más que explicarla.
Lo que está ocurriendo en nuestro país actualmente es un claro ejemplo de lo expuesto en el párrafo anterior. Con sólo observar lo que está sucediendo en el plano económico nacional, se encuentra una notable ilustración al respecto.
Con una inflación descontrolada, una pobreza e indigencia sin resolución y el inconducente desdoblamiento cambiario, las cúpulas del poder político en nuestro país dan cuenta de la faltas de consensos, diálogos y capacidades resolutivos de las contingencias sociales que atañen a la Argentina. Uno de los obstáculos más importantes en este asunto es la famosa “grieta”.
¿Cómo resolver los conflictos macroeconómicos del país? ¿Qué herramientas se podrían utilizar? ¿Cuáles medidas serían las más oportunas a la hora de tomar decisiones ante las demandas de la sociedad?. Todos estos interrogantes merecen una profunda reflexión por parte de los administradores del Estado, para lo cual sería clave que no se dejaran llevar exclusivamente por miramientos políticos al momento de implementar los instrumentos correctos para los problemas cotidianos de las personas. La imposibilidad de utilizar adecuadamente las herramientas que la economía ofrece para resolver las contingencias antes mencionadas radica en que la “grieta” está involucrada. O mejor dicho, ésta está delineando el panorama económico de la Argentina, por lo cual, cualquier Ministro de Economía, sea de un partido u otro, se ve inhabilitado para usar uno u otro instrumento dependiendo a la ideología partidaria a la cual se lo asocie.
Por ejemplo, readecuar tarifas sería de “derecha”, bajar la tasa de interés es de “izquierda”, alcanzar el equilibrio fiscal es de “derecha”, fomentar el consumo es de “izquierda” y así, constantemente, hay muchísimas situaciones que se dirimen en estos términos. Más allá de cual sea el problema a resolver, nuestro país tiene varios de éstos. Por ende, la caja de herramientas macroeconómicas no puede verse limitada por los obsoletos conceptos de “izquierda” y “derecha”. Dicho de otro modo, la “grieta” no puede marcar la agenda económica de un país que necesita de manera rápida solucionar muchísimas cuestiones que afectan a su población, aún más a los sectores más vulnerables.
En fin, el quid del asunto es no permitir que la “grieta” deje a un lado sus facultades explicativas y analíticas para empezar a establecerse como el pilar fundamental de la política nacional.