"Afianzar la justicia, proveer a la defensa común y asegurar el bienestar general"
Cuando escribo estas líneas me colma la emoción al pensar en la trayectoria y figura de Raúl Alfonsín instalado, a esta altura de la historia, junto a los grandes de nuestra Patria. A medida que pasa el tiempo su figura se agiganta; por eso estoy convencido que a mis propios nietos, si Dios me lo permite, les podré contar como ahora lo hago con mis hijos que tuve la suerte de conocer y conversar con don Raúl.
Queda poco por decir de la estatura del Presidente y del hombre que fue Raúl Ricardo Alfonsín que no se haya dicho, pero hay algo de él que sí se puede reclamar a cada político a lo largo y a lo ancho de la Nación: miren su figura e imítenla, sean buena gente, sean honrados, actúen de buena fe para ayudar al prójimo y mejorar nuestra Nación. Hago este reclamo al repasar la conducta de buena parte de nuestra dirigencia. Ocurre que en estos treinta años de Democracia su ejemplo de honradez republicana, de humildad -propia de un hombre sabio- no ha germinado en la sociedad argentina, por el contrario hoy vemos políticos y hasta presidentes enriquecidos bajo sospecha cierta cuando no comprobada de corrupción sin límites. Si a mis nueve años, cuando Raúl Alfonsín asumió la presidencia, me hubieran dicho que éste era el destino que esperaba a la Nación y a la Democracia a los treinta años de recuperada (con saqueos, aprietes desde el poder para el que piensa distinto, con historia inventada a modo de "relato") aun como niño me hubiera costado imaginarlo. Alfonsín, con aciertos y errores, a través de su ejemplo nos marca el camino como senda a recorrer en pos de un país mejor, más justo, más igualitario, más libre, sin miedos y sin señores que se crean dueños de la vida, la verdad y la riqueza de la gente. Alfonsín desde la más absoluta buena fe que lo guiaba en todos sus actos, era un hombre de carne y hueso, no un Dios, pero sí un hombre íntegro, honrado, digno. Mucho tendremos que aprender de él y de su ejemplo, si queremos salir adelante. A mis hijos, aunque pequeños y no puedan todavía entenderlo, como guía, les digo que sigan el ejemplo de mis padres y de Alfonsín. Son los valores que anhelo transmitirles en la seguridad que si son muchos los argentinos que sigan el ejemplo de vida de Alfonsín seguramente estaremos más cerca de cumplir sus sueños de convivencia en una república mejor, más justa, más igualitaria, más libre y, sobre todo, sin miedos de nosotros mismos. Gracias Raúl por tu ejemplo.Miguel Alfonso Larrivey
