“La fuente de la eterna juventud”
Ayer recibí una carta que me enviara un colaborador y amigo, dice: "Querido amigo: Cuán malo y cuán difícil es envejecer. Yo aún recuerdo aquéllos días cuando las nevadas me parecían bellísimas y cuando el tiempo de tormentas no me atemorizaba. Hoy, me da miedo tan solo el pensar, que yo pudiera sufrir una caída si resbalo; y aun, me preocupa más el hecho de que no puedo casi recordarme de las cosas sin inusitado esfuerzo.”
"Desde la semana pasada cargo en mis bolsillos papelitos de notas para recordar los nombres de personas a quien me presentaran el día antes.""Cuando me miro en los espejos, mis arrugas me atemorizan. Oír se me está volviendo más duro cada día que pasa, y estoy muy olvidadizo... por ejemplo, ayer llegué tarde a mi trabajo, porque no podía encontrar la llave de mi auto, la cual había dejado colgada con el llavero en la puerta de la casa. Frecuentemente traspongo los dígitos de números de teléfono con la consternación consecuente... y me canso, me canso muy fácilmente. Y duermo, duermo mucho...."La comida no la deseo, pero subo fácilmente de peso, resultándome difícil el perderlo de nuevo."Con mi esposa, hace muchos meses que no compartimos cama. He inventado un dolor de espalda para dormir en otra habitación... ¡Qué cosa más terrible envejecer!...."Yo me puse a pensar en el contenido de esta carta tan extraña. Mi amigo, sólo tiene 66 años siendo más joven que yo. Y, yo... yo no me siento mal...No es una depresión en este caso, es una crisis existencial...Esto lo escribe Félix Larocca, que filosofa sobre el envejecer y me parece bueno comenzar esta nota con algunas historias y disquisiciones desde el inicio de los tiempos.Me gustó también leer acerca de, por ejemplo: Ponce de León, expedicionario de los viajes de Colón resulta un personaje interesante, en cuanto a sus motivaciones para emprender su expedición hacia lo desconocido (con todo lo censurable que tienen las oscuras y crueles acciones de la llamada conquista). Efectivamente, si la mayoría de los exploradores y conquistadores españoles que se aventuraban a adentrarse en inhóspitas tierras buscaban la gloria y los títulos, en el caso de Ponce de León las motivaciones eran menos terrenales, más poéticas, ya que su objetivo principal estaba en hallar la entonces llamada "Fuente de Juvencia" o "Fuente de la Eterna Juventud", una legendaria fuente que supuestamente curaba y devolvía la juventud a cuantos bebieran de sus aguas y se bañasen en ellas. Las historias acerca de la existencia de aguas milagrosas databan ya de las "Novelas de Alejandro Magno" en las que Alejandro y su siervo cruzan la tierra de la oscuridad para hallar la fuente curativa, vienen de las leyendas de Oriente Medio,una saga que aparece también en el Corán y que se popularizó en la España musulmana y en la de la Reconquista, de ahí que los primeros conquistadores de América conocieran acerca de la leyenda de la "Fuente de Juvencia", entre ellos Ponce de León, quien, influenciado por la misma, con el aval cristiano del relato del estanque de Betesda en el Evangelio de Juan, en el que Jesús cura a un hombre en dicho estanque en Jerusalén, tuvo siempre en mente descubrir esa "Fuente de la Eterna Juventud" en las tierras recién descubiertas.Lea más en la edición impresa en papel
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