“El Debate Pregón” desea Felices Pascuas
¡Jesús resucitado nos hace hombres nuevos!
La Semana Santa termina en el Domingo de Pascua con la fiesta de Resurrección de Jesús, fundamento de fe cristiana. En este día Jesús venció a la muerte, al pecado y nos dio la vida. Se manifestó a los suyos, confió el Espíritu Santo a sus apóstoles para la remisión de los pecados y los envió al mundo para ser sus testigos. Esta importante festividad se celebra con una Misa Solemne en la cual se enciende el cirio pascual, que simboliza a Cristo resucitado.
¿Qué celebramos los cristianos en la Pascua? Cuando celebramos la Resurrección de Cristo, estamos celebrando también nuestra propia liberación. Celebramos la derrota del pecado y de la muerte. En la Resurrección encontramos la clave de la esperanza cristiana: si Jesús está vivo y está junto a nosotros, ¿qué podemos temer?, ¿qué nos puede preocupar? Cualquier sufrimiento adquiere sentido con la Resurrección, pues podemos estar seguros de que después de una corta vida en la tierra, si hemos sido fieles, llegaremos a una vida nueva y eterna, en la que estaremos gozando con Dios para siempre. Al entrar a la Iglesia y ver un cirio encendido, hay que recordar que es el símbolo de Jesús resucitado, representa la presencia viva de Jesús con nosotros. Se manifestó a los suyos, confió el Espíritu Santo a sus apóstoles para la remisión de los pecados y los envió al mundo para ser sus testigosEl Cirio Pascual El Cirio Pascual, icono de Cristo resucitado, nace en la noche de la Resurrección. Tiene cinco momentos para su utilización en la Liturgia: Con él se pregona la alegría pascual de Cristo resucitado, permanece cerca del ambón durante la cincuentena pascual y luego se guarda cerca del Bautisterio; en la celebración del bautismo; en la celebración de la confirmación; en la celebración de las exequias. El Cirio, Santa imagen de Cristo, Luz del mundo significa que el Señor resucitado está iluminándolos y dándoles calor y vida. El celebrante graba en la cruz del cirio las letras griegas Alfa y Omega y las cifras del año en curso. Así expresa con gestos y palabras toda la doctrina del imperio de Cristo sobre el cosmos, expuesta en San Pablo. Se lo adorna con granos de incienso, según una tradición muy antigua, que han pasado a significar simbólicamente las cinco llagas de Cristo. Termina el celebrante encendiendo el fuego nuevo. Tras el cirio encendido que representa a Cristo, columna de fuego y de luz que nos guía a través de las tinieblas y nos indica el camino a la tierra prometida, avanza el cortejo de los ministros. Se escucha cantar tres veces: "Luz de Cristo" mientras se encienden en el cirio recién bendecido todas las velas de la comunidad cristiana. -----------------------------------------------------------¡Feliz Pascua de Resurrección!!!La PascuaZélika Alarcón de TamañoDesde nuestro querido diario me solicitaron una colaboración referida a la fiesta pascual. Como en otras oportunidades me pregunté por qué, habiendo gente idónea para hablar de estos u otros temas, se habían dirigido a mí. Hasta que comprendí que, conociendo de cerca la tarea periodística hay ocasiones en que es positivo tener la óptica de aquellos que, estando inmersos en los problemas de la vida cotidiana y con muchos años encima, en cierta manera, tienen la capacidad de emitir una humilde opinión. A partir de esta pequeña reflexión me lanzo a esta tarea de buscar en mi interior el bagaje de pequeños conocimientos recogidos a través del recorrido de mi larga vida.Cuando se acercan las Pascuas nos disponemos en general, aquellos que somos creyentes, a transitar la cuaresma y la semana santa cumpliendo con la liturgia y reflexionando para fortalecer nuestra fe. Pero comencemos por preguntarnos qué es la Pascua. Desde mis escasos conocimientos que provienen de mi educación religiosa a partir de mi temprana edad y su práctica, (lo que agradezco sobremanera pues rememoro aquellos felices años, y la indeleble impronta cristiana), Pascua proviene de la palabra hebrea que significa "paso" y que recuerda la salida de los hebreos de Egipto y el cruce del Mar Rojo guiados por Moisés y, por consiguiente, su liberación de la esclavitud a la que habían estado sojuzgados hasta ese momento. Vale decir que su origen es el de una fiesta judía, pero para nosotros tiene otra significación pues recuerda la Resurrección de Jesús, luego de su Pasión y Muerte en la Cruz. Es la mayor fiesta para el mundo católico, sentida y venerada, tanto como el nacimiento de Jesús. Pero siento que estos días santos, a partir de la asunción del Papa Francisco, son diferentes a los de otros años, tienen una connotación mucho más especial, que trasciende el mundo católico. La influencia que esta designación ejerce sobre nosotros los argentinos es, en cierta manera, lógica y natural. Nos emociona, pues sentimos que es un privilegio que el Papa sea nuestro compatriota. Pero también el resto del mundo, incluidas las diferentes religiones, ha recibido esta designación con esperanza, gracias a pequeños signos y gestos que el pueblo percibió desde el primer momento en que Francisco salió al balcón comunicándose con el mundo, el que lo ha recibido como su verdadero y auténtico pastor. Su sencillez, su humildad, su franca afectuosidad, su claridad para transmitir la palabra y los conceptos esenciales que el hombre está esperando para encontrar el rumbo, en este mundo inmerso en el caos y la degradación humana ,nos conmueve, nos alienta, nos infunde esperanza y fe.La tarea del Papa Francisco es inmensa, pero no imposible en un hombre como él, con su firme convicción cristiana. Su conocimiento de la problemática actual, de las dificultades de la iglesia, su decisión de trabajar por y para los pobres, significa una transformación que paulatinamente se irá dando gracias a su personalidad, despojada de toda influencia que no sea a partir de su fe en Cristo, esa fe que siempre ha puesto en cada una de las tareas realizadas en todo el trayecto de su sacerdocio. Así lo hemos ido conociendo en los últimos días pues la prensa del mundo, de todas las orientaciones políticas y religiosas lo ha difundido. No es una historia preparada ad hoc, sino todos los documentos de su apostolado, su tránsito por las villas, su peregrinaje junto a los más humildes de la sociedad, su preocupación y su afán por hacer conocer al poder político su conocimiento de los problemas acuciantes, junto a las fotos y relatos de la gente que han tenido contacto con él durante su ministerio en el transcurso de toda su vida sacerdotal, son auténticos testimonios que revelan al mundo esta certeza. Hemos empezado a transitar un nuevo camino, el de la esperanza. Por eso estas Pascuas son distintas. Pero no lo dejemos solo al Papa Francisco. Cada uno de nosotros, ciudadanos comunes, como cada uno de aquellos que detentan el poder, en el diario transitar tenemos que acompañar al Papa en esta misión: la de torcer el rumbo para comenzar una nueva era. Sin actitud de servicio, sin capacidad para respetar las diferencias, sin la disposición para escuchar al otro que opina diferente, sin la consolidación del respeto y la solidaridad, sin la atención para quienes reclaman paz y justicia, para quienes reclaman trabajo, pues el trabajo es una necesidad primordial para todos, su tarea papal no será posible. Y desde nuestro pequeño lugar en el mundo podemos contribuir a ella. Es el mayor bien que nos podemos hacer a nosotros mismos pues, ¿quién no aspira a un mundo mejor, el de los valores humanos esenciales? Recuerdo haber leído alguna vez que hay más fuerza en el bien que en todos los males del universo. Y esto es así. Hoy lo percibimos. Esta es la luz de esperanza que ilumina estas Pascuas.¡A no desaprovecharla entonces!
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