La Plata, una ciudad moderna, dinámica, centro de innumerables estudios superiores y universitarios, museos, un teatro que es orgullo de los argentinos, sufrió la catástrofe más grande de su 100 y pico de años. Muchos gualeguayenses viven en La Plata; estudiantes, familias que se formaron y afincado por el cariño a esa ciudad donde hicieron estudios superiores, por los amigos, por las posibilidades que allí se abrieron. Otros, ya adultos, decidieron ir a vivir cerca de sus hijos y nietos y allí están.
Quisimos compartir vivencias para estar más cerca, para comprender más aún, para saber a quiénes llegó la ayuda, incluso de nuestra ciudad. “El Debate Pregón” acudió a nuestra amiga Graciela Juárez, gualeya, que desde muy joven vive allá y mantiene afectos muy fuertes con Gualeguay, y nos hizo llegar los testimonios que compartimos con ustedes.
Como pájaros sin alasEl 2 de abril a las 14 hs confirmamos nuestra reunión: a las 17 y 30, en Frawens, para compartir un té con amigas, como siempre, aquí, en La Plata. Esta ciudad alegre, joven, dinámica, con mucho movimiento a pesar de los pesares que individualmente, y no tanto, nos son cotidianos. Un día más de otoño, en el que "amaneció la calle dorada; el viento/ con su mano invisible desprendió hoja por hoja./ .../El sol sobre las hojas hacía el oro más vario/ y era una fantasía tanto oro sin dueño.", dice Francisco López Merino, a propósito de esta época del año donde se puede apreciar tanta belleza. Pero esa tarde, a las 17 hs nos comunicábamos telefónicamente: imposible salir. Se aspiraba en el aire la llegada de una tormenta. No resultaba extraño, pues nuestro clima ha devenido en subtropical. De todas formas cancelamos la reunión.Nunca imaginamos que La Plata quedaría, a partir de entonces, como un pájaro sin alas. Postrada, herida en todos sus ámbitos sociales y en todos sus aspectos. Sus calles céntricas y de barrios se transformaron en verdaderos ríos correntosos y allí, muchísimas personas amarradas a vehículos o ramas de árboles trataban de resistir. Fue una tragedia, por la intensidad de la lluvia y del viento, y por la cantidad de horas a las que estuvimos expuestos. La fuerza del agua, su volumen, y la velocidad de la corriente, arremetieron y arrastraron a ancianos, jóvenes y niños que no pudieron sostener la situación.Y no hablamos de construcciones sobre la orilla de arroyo o de río, ni tampoco de calidades de construcción. Afectó a toda la ciudad. En mi caso particular, alguna pérdida insignificante comparada con la vida de tantas personas (no sabemos cuántas son) y que es el resultado de: falta de planes a largo, mediano y corto plazo; manejo arbitrario de partidas presupuestarias (niveles nacional, provincial y municipal) que debieron estar al servicio del pueblo en su debido tiempo; valores morales y éticos que han sido reemplazados por nuevas formas del hacer y que ignoran el respeto y las responsabilidades que les compete como gobernantes y como ciudadanos.Sin estructuras organizadas en materia de Defensa Civil, sin presupuesto, ¿quiénes acudieron a salvar vidas? El pueblo. Los vecinos. Como pudieron y con esa fuerza que a pesar de estar frente a una catástrofe permaneció y se multiplicó sin límites. Muchos murieron en sus casas, con el agua a casi dos metros de altura, pues nadie pudo socorrerlos. Otros, quedaron doce horas atrapados en la planta alta, pues su casa había quedado sin corte eléctrico. La ayuda estatal comenzó a movilizarse en forma tardía, ya lo sabemos. Y los grupos de Cáritas, Cruz Roja, Red Solidaria, llevando sus aportes a partir del día siguiente de la catástrofe. El grupo de jóvenes que responde a la línea oficial, quiso apropiarse de la situación, pero poco les valió. Este es un detalle. La fuerza y la unidad de este pueblo es quien se lleva las palmas.Nunca, en casi 50 años que vivimos en esta casa, nos ha entrado agua. Estaba sola, y jamás había visto el caudal que caía, creí que se inundaría por el patio. Traté de sacar el agua por el comedor diario y el living hacia la calle. Cuando los dos escalones de afuera estaban cubiertos, abandoné la empresa. No había Luz, ni agua, ni teléfonos. Me acosté a las 23 y 30. Al otro día fue "interesantísimo" descubrir los recorridos que tomaron las aguas, sus indecisiones al avanzar sobre los pisos, mientras llevaban como barquitos de papel a las hojas de los paraísos de la calle, con un barro negroide que no permitió quedarse en un segundo plano. Ese barro negro, por las cenizas o materiales que despidió el incendio de la Destilería de YPF, esa tarde del 2 de abril, cubrió living- comedor, cocina-comedor, toilette y pasillo, en un concierto de hojas, cuadro que se presentó muy repulsivo. Limpiar, desinfectar, etc, etc. A los dormitorios no entró, tampoco al mío que tiene puerta-ventana al patio. Pero a mí se me mojaron los pisos, nada más. Unos amigos que viven a una cuadra, tuvieron un metro con setenta cm, sus vecinos los sacaron a la noche, y se fueron al otro día a la casa de una hija en Gonnet, volvieron después de varios días, y han perdido tanto... el piano imposible de reconstruir... ahora se cambian a un dpto en 7° piso.Otro matrimonio amigo: los dos pudieron subir a una baulera (arriba de uno de los baños) y permanecieron allí hasta que el hijo después de muchísimas horas, pudo rescatarlos y los llevó directamente a un hotel, adonde estuvieron varios días. Mis hijos y sus familias no fueron afectados, y mis hermanos y sus familias tampoco.Todos estamos muy tristes, doloridos, con una congoja que no cesa, porque todos tenemos un familiar, un vecino, que ha muerto, o ha perdido todo. Recorrer las calles desde mi casa hacia el centro los primeros días, fue dramático. No se puede comprender la magnitud del daño causado. Casas importantes, como jugueterías, sederías, artículos de electricidad, etc, vendiendo sus objetos desvalorizados, para recuperar... ¿qué? Casas de familia con muebles tirados en las calles, inservibles. Objetos irrecuperables como fotografías, videos, libros, cuadros, que no tienen reemplazo. He visto bolsas de consorcio repletas de libros de excelentes encuadernaciones, equipos electrónicos, todo abrazado por el barro.Una página de la historia de La Plata, la ciudad soñada por Dardo Rocha, con sus calles doradas en otoño, al decir del poeta y que deberá levantarse y renacer a instancias de Almafuerte.Graciela E. Juárez de GonzálezLa Plata, 17/4/13