Salud
Adolescencia: sembrar conocimiento para elegir con libertad- por Lic. Matorra Natalia

La adolescencia es una etapa vital de construcción. Un tiempo de transformación intensa donde el cuerpo cambia, la mente se expande y las emociones se desbordan. Es una etapa en la que los jóvenes comienzan a preguntarse muchas cosas, por ejemplo: quiénes son, qué desean y hacia dónde quieren ir y en toda esa búsqueda, aparecen decisiones que marcarán el rumbo de su vida: vínculos, estudios, identidad, hábitos, y valores.
Entiendo que la adolescencia como una oportunidad para acompañar. Acompañar no desde el control o el juicio, sino desde la presencia adulta, el diálogo respetuoso y la guía afectiva. Porque el adolescente necesita, más que nunca, adultos disponibles emocionalmente que le ofrezcan un marco claro pero flexible donde pueda crecer y reforzar puntos claros y vitales de su personalidad.
En ese contexto, la educación emocional se vuelve una herramienta esencial. Enseñar a nombrar lo que se siente, a regular las emociones intensas, a ponerse en el lugar del otro y a tomar decisiones desde la reflexión, no desde el impulso, es preparar al adolescente para la vida. No se trata de darles respuestas, sino de brindarles herramientas para que puedan construir sus propias respuestas.
La educación emocional no debe limitarse a momentos de crisis. Debe ser parte cotidiana del hogar, de la escuela y de cada espacio comunitario. Cuando un adolescente comprende sus emociones, puede gestionar mejor sus vínculos, defender sus derechos sin violencia y tomar decisiones más sanas. Y cuando cuenta con información clara y veraz sobre temas como sexualidad, consumo de sustancias, salud mental o proyecto de vida, está en mejores condiciones de elegir con libertad y responsabilidad.

Siempre estoy disponible para realizar talleres en las escuelas. Se genera un ambiente de construcción y de crecimiento emocional. Desde mi profesión intento ofrecer estos espacios sumamente importante para los adolescentes.
Hoy, más que nunca, es urgente hablar con ellos y no sobre ellos. Escucharlos sin subestimarlos. Generar espacios seguros para el debate, la expresión y el pensamiento crítico. Porque los adolescentes no son “el futuro”, son el presente. Y el modo en que los cuidemos, los formemos y los acompañemos hoy, determinará el tipo de adultos y de sociedad que construiremos mañana.
Como adultos, nuestra tarea no es decidir por ellos, sino empoderarlos para que puedan decidir por sí mismos con conciencia. Y para ello, el conocimiento, el afecto y la confianza son pilares fundamentales.
Lic. Matorra Natalia