Como reguero de pólvora
La presencialidad de las clases en el marco de la pandemia ha sido motivo de discusión en varias oportunidades entre los integrantes de la comunidad educativa, autoridades, docentes, padres y alumnos, pero esta semana adquirió un tono, más que de conflicto, de guerra.
La escalada de tensiones comenzó el fin de semana pasado cuando el Gobierno provincial dispuso el regreso a las clases presenciales a partir del lunes en todos los establecimientos educativos de Entre Ríos, con excepción de los niveles secundario y superior en las ciudades de Paraná, San Benito, Colonia Avellaneda y Oro verde.
Ese comunicado difundido tras haber decidido los docentes en el último Congreso Extraordinario de Agmer continuar con el dictado virtual de clases hasta el viernes, cayó como una bomba que terminó de explotar sobre mediados de semana.
Conocido el comunicado que convocaba a los docentes a las aulas, Agmer salió rápidamente al cruce ratificando la modalidad de trabajo no presencial, medida que mantuvo durante toda la semana con un punto de inflexión debido a una resolución del CGE que supuso un verdadero quiebre e incremento en el conflicto.
La hasta entonces relativa armonía que se había empezado a gestar entre los gremios docentes con el gobierno provincial tras la vacunación al grueso de los trabajadores de la educación, la suspensión semanas antes de la presencialidad y las negociaciones paritarias, estalló tras la solicitud de intervención del CGE a la Secretaría de Trabajo por la medida adoptada por Agmer y las expresiones del titular de la cartera educativa de la provincia, Martín Müller, quien señalaba que desde el CGE "lamentaban profundamente" la decisión adoptada por el gremio docente y adelantaba que "puede generar el descuento de haberes por los días no trabajados".
Esa fue la gota que rebalsó el vaso.
"Resulta al menos extraño que el gremio se arrogue criterios de índole sanitaria para decidir medidas de fuerza que hoy generan una enorme división entre la educación privada y la pública que dicen defender", afirmó Müller y consideró que "la conducción de AGMER encubre un paro, una medida de fuerza, y por ese motivo nos presentamos ante la Secretaría de Trabajo ya que no es una medida legal porque no existen normativas para trabajar desde la virtualidad".
A los ya caldeados ánimos le siguieron una serie de acusaciones cruzadas entre las autoridades educativas y el gremio docente. Desde Agmer, no dudaron en calificar la decisión de las autoridades educativas provinciales como una "intimidación, apriete y castigo" a lo que Müller respondió que: "No se está extorsionando, ni apretando a nadie, se insta a cumplir con la normativa vigente".
Lo cierto es que la resolución de volver al dictado presencial de clases no cayó bien en muchos docentes. Así, por ejemplo, el secretario gremial de Agmer Gualeguay, Amilcar Maye, sostuvo en declaraciones públicas que la medida adoptada por el CGE resultaba "reaccionaria e injusta", "claramente es un apriete porque no tiene razón ni fundamento, es un atropello", consideró y añadió que: "tenemos casos que no merman de 50 por día, es alarmante la situación epidemiológica de Gualeguay y la provincia nos quieren mandar a la presencialidad a toda costa, con temperaturas de un digito, con las puertas y ventanas con ventilación cruzada, es demencial exponer a toda la comunidad educativa". Asimismo, expresó: "Creemos que esto es meramente partidario y electoralista, se acerca una fecha electoral y hay que hacer mérito para ello. Les conviene la presencialidad ante la opinión pública y creo, de modo personal, que eso es un tiro en el pie, si busca una elección ejemplar no la va a tener".
Por otra parte, los padres de los alumnos también manifestaron opiniones cruzadas. Desde Padres Organizados Gualeguay expresaron a El Debate Pregón que "Es fundamental que se vuelva a la presencialidad" dado que "El nivel de contagio es mínimo, hay toda una serie de estudios científicos que lo confirman y el daño que se produce con la falta de presencialidad es enorme".
"Sentimos que nuestra salida a los medios ha generado una fuerte división entre quienes quieren mandar a sus hijos a las escuelas y quienes no, los docentes que quieren dar clases y los que no, pero esto no se trata de eso", mencionaron e invitaron "A un diálogo amplio de esto, no tenemos intenciones de confrontar de la manera en que está planteado desde muchos mensajes que recibimos".
La confrontación, sin embargo, se ha producido con otro grupo de padres que sostienen la necesidad de mantener la virtualidad de las clases en el marco del recrudecimiento de la pandemia.
Así las cosas, lejos de menguar, el conflicto parece creer y extenderse como reguero de pólvora. Habrá que ver a qué términos llega.
Rodrigo Cassella