Fauna de Gualeguay
El biguá: Aprovechando la crecida
En estas épocas de grandes crecidas de los ríos y desbordes de los cursos de agua, hay un ave que es muy común de observar: el biguá (Phalacrocorax brasilianus). Esta especie es muy común en toda la Argentina, salvo en zonas altoandinas. Sin embargo, no se la ve en abundancia en el río Gualeguay cuando sus aguas están en cauce normal. Pero cuando hay una gran cantidad de agua, como vemos ahora en épocas de inundaciones, aparecen biguáes en cantidades considerables. Por otra parte, en algunas lagunas puede verse al biguá durante todo el año, aunque no suelen estar en abundancia por nuestra zona.
El cuerpo de este animal es parecido a simple vista con el de una garza, con una forma elongada, un cuello largo en forma de S y un pico relativamente largo (ver Figura 1). Sin embargo, no es pariente de las garzas, sino hermano de los cormoranes que se observan en el mar (muy comunes en la costa atlántica de la Patagonia Argentina). Los cormoranes son en su gran mayoría aves marinas, por lo cual puede decirse que el biguá es un cormorán raro, que se acostumbró al agua dulce de lagos y ríos. Otros parientes del biguá, son los pelícanos (ver Figura 2), esas grandes aves que acostumbramos a a ver en televisión, caracterizadas por la presencia de una gran bolsa debajo del pico, donde guardan sus presas antes de engullirlas. Sin embargo, estas aves muy raramente llegan hasta la Argentina. Además de los cormoranes y los pelícanos, otro pariente muy cercano del biguá es la aninga (Anhinga anhinga). La aninga también es conocida como biguá vívora, porque posee un cuello más largo que el biguá y doblado también en forma de S. A diferencia del biguá, la aninga tiene un dimorfismo sexual muy marcado (las hembras presentan la cabeza, el pecho y cuello canela constrastando con el resto del cuerpo negro y el macho es todo negro), mientras que los biguáes presentan la misma coloración siendo machos o hembras. Además, el pico de la aninga no termina en forma de gancho como en el biguá y tienen todo el lomo y partes de las plumas de las alas con un brillante plateado. En nuestra provincia, cerca de Paraná, se han hallado restos fósiles de aningas de más de 10 millones de años.Comparadas con el biguá y la aninga actuales, que miden alrededor de 65 cm, las aningas fósiles erán gigantes, sobrepasando el metro de altura (por ejemplo Macranhinga paranensis y Giganhinga kiyuensis, ver Figura 3). Además, habitaron toda Sudamérica, ya que se han hallado también en Uruguay, Chile, Brazil, y varios otros países.Otros rasgos típicos del biguá y asociados a su vida acuática es la presencia de patas palmadas, es decir, con membranas entre los dedos, que le ayudan a la hora de la natación. Además, mojan sus plumas para aumentar su densidad, pero guardan aire entre las plumas mojadas y la piel, para que esta última no se moje y pierdan calor. La capacidad de mojar las plumas le ayuda al biguá a reducir su flotabilidad y bucear más fácilmente. Cuando el biguá no está en el agua, es muy común observarlo con las alas abiertas posado de alguna rama o poste. Esto se debe a que al salir del agua, el ave expulsa el aire que tenía guardado entre las plumas y la piel, de manera tal que repele el agua de las plumas mojadas y evita así sufrir frío.A diferencia de otras aves acuáticas, como patos y gallaretas, el biguá (y también la aninga) cuando está en el agua tiene casi todo el cuerpo sumergido, salvo el cuello y la cabeza, y a veces suele asomar parte del lomo. Cuando persigue a una presa (la mayoría peces, aunque también pueden alimentarse de crustáceos, anfibios e insectos), se zambulle enteramente persiguiéndo a su objetivo bajo el agua, manteniendo el cuello bien doblado en forma de S y estirándolo rápidamente para atravesar al pez con su pico, como si fuera un arpón.Si en un ambiente hay buena disponibilidad de alimento, estas aves pueden formar grandes colonias con gran cantidad de nidos, y muchas veces se pueden asociar con otras aves acuáticas, como garzas, cigüeñas, etc. Durante el crepúsculo y la noche, suelen reunirse muchos biguáes en dormideros arriba de los árboles. En horario crepuscular suelen emitir unas vocalizaciones similares al gruñido de un cerdo, por lo que en algunos lugares se las conoce como "pájaro chancho". Otro comportamiento distintivo del biguá es el despegue. Cuando quiere levantar vuelo esta ave sale del agua y corre sobre la superficie del agua batiendo las alas.Cuando anidan suelen formar colonias arriba de los árboles, los cuales sufren de sus excresiones que pueden llegar a matar al árbol. En cada nido con huevos (3 o 4 generalmente) la hembra se encarga de incubar y sólo es reemplazada por el macho cuando ella sale a alimentarse. Cuando los pichones nacen, los padres traen pescado algo digerido en el pico y alimentan a sus pichones o guardan pescado en una bolsa que presentan en el cuello (el buche) y el pichón mete su pico dentro de la boca de su madre o padre hasta alcanzar su alimento.Antiguamente muchas etnias utilizaban a los biguáes como fuente de alimento (onas, yámanas, mocobíes, alakaluf, etc.), incluso en nuestra mesopotamia, los guaraníes tenían una leyenda sobre esta ave. Hasta alrededor de la mitad del siglo XX el biguá era muy preciado por los productores agrícolas, no como fuente de alimento, sino porque sus excrementos son muy ricos en compuestos que ayudan como abono de tierra, por lo cual se juntaban gran cantidad de estas deyecciones en las colonias o en los dormideros. Incluso se exportaban grandes cantidades de guano de biguá y cormoranes desde la patagonia.En la actualidad el biguá no parece estar afectado negativamente por la actividad antrópica, de echo parece haberse favorecido por las represas, donde suelen formar colonias de centenares de individuos, ya que las mismas les proporcionan gran cantidad de alimento. Al parecer, esta es un ave que resiste nuestro perjuicio a la naturaleza.Nicolás R. Chimentonicochimento@hotmail.com
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