3ª Entrega
La pandemia y los hábitos no saludables
Una editorial escrita semanalmente para el diario El Debate Pregón por parte del Dr. Bernardo "Cacho" Gandini
Otra consecuencia de la pandemia COVID19 es el incremento de sobrepeso y obesidad, debida a diversos factores, entre los que figuran las conductas y comportamientos personales sumados a la menor actividad física por los cambios de vida. Esto nos compromete con las actitudes para volver al peso normal o lo más próximo posible a la normalidad. En las próximas entregas nos ocuparemos del enfoque integral sobre las conductas alimentarias.
El primer tema a considerar es el aspecto social de la comida. ¿Cómo manipular la elección de los alimentos? Una variante de esta conducta es la determinada por la publicidad, otra es la situación económica sobre la que influyen los precios, la restricción de la variedad determinada por el mercado, y finalmente la fisiológica, en la que influyen las características adictivas. En la medida que se pierde el poder de decisión sobre el consumo de alimentos se va resignando la única capacidad de prevenir los efectos adversos. El consumo en muchas sociedades ha reducido al comensal a la categoría de mero comprador de productos alimentarios que escapan a su conocimiento y control.
Los obesos, ¿son víctimas o culpables de su realidad? El mayor incremento de obesidad en EEUU durante la última década se ha registrado entre los 2 y 5 años de edad. También hay información de su crecimiento en menores de 6 meses. ¿Cuál es su responsabilidad? ¿Han tomado estos niños una decisión para adoptar un estilo de vida hacia la obesidad? La prevalencia del aumento de peso afecta incluso a los animales domésticos con los que convivimos. ¿Son nuestras mascotas responsables de la decisión de su obesidad?
La obesidad, a diferencia de la apariencia, no es la causa de trastornos metabólicos, sino su consecuencia. Tampoco el comportamiento individual es su causa, sino las perturbaciones tóxicas que la alimentación industrial produce en los sistemas que la regulan. La enorme disparidad de prevalencia de obesidad y enfermedades metabólicas entre pobres y ricos también respalda el argumento ambiental. Las investigaciones muestran dos conclusiones importantes, la primera es que el consumo de alimentos saludables está aumentando, especialmente en los países ricos. La segunda es que el consumo de alimentos no saludables está aumentando, especialmente en países pobres y de medianos recursos.
Es decir que mientras los países ricos están saliendo del problema de alimentación no saludable, los países pobres están entrando cada vez más en él. Los sectores menos favorecidos en sociedades desiguales no pueden acceder a alimentos frescos, con menos azúcar y más fibra y se ven obligados al consumo de productos comestibles ultra-procesados baratos, densos en calorías y azúcar y con déficit de nutrientes de alto valor biológico. Los barrios pobres son como desiertos de comida saludable, condenados a productos no saludables. Este enfoque, que no es el único, es insoslayable.