Nacido en ésta el 9 de febrero de 1928, Cachete, como le decíamos sus amigos, era uno de los tantos muchachos de barrio, con una enorme sonrisa, tan grande como su corazón. Gracias a su paso por el Hogar Escuela San Juan Bosco, y a su maestro y director de dicha institución Don Roberto Epele, Cachete descubrió su vocación de artista, de creador plástico. Tenía más de 20 años cuando marchó a Buenos Aires en búsqueda de su destino. Se acumulan en mi memoria muchos momentos compartidos gracias a su amistad con mi hermano Mario. En Buenos Aires vivió con mi hermano durante más de un año, y trabajó durante un tiempo en la misma empresa en donde Mario trabajaba. Recuerdo que cuando venía a Gualeguay en vacaciones, en época de verano, en alguna oportunidad llegó a nuestra casa paterna cargando sus cuadros que desplegaba en la enorme cocina en donde transcurría la actividad de la casa, mientras él, quieto, inmutable, concentrado, contemplaba sus obras, mientras su imaginación, sus sueños navegaban seguramente en otra dimensión.Pasaron algunos años y habiendo trabado amistad con mi esposo, frecuentó nuestra casa. Ambos compartían su afición al fútbol y su amor por la pintura. Era normal que por algún tiempo perdiéramos contacto y si teníamos alguna noticia era gracias a terceros, hasta que de pronto llegaba a visitarnos. Así nos enterábamos de sus progresos junto a grandes maestros como Castagnino, Pettoruti, a la escultora Cecilia Marcovich. En nuestras charlas solía contarnos de su amistad con Carlos Alonso, con quien compartía horas de estudio y perfeccionamiento, lo mismo que con Sábato, Armando Tejada Gómez, Mercedes Sosa, entre otros, recordaba anécdotas de su vida de muchacho de origen humilde.Fue gracias a su gran capacidad artística y a su profunda sensibilidad que logró plasmar innumerables litografías y pinturas en donde expresó con vigor el reclamo social. Ganó la beca del Gobierno de Entre Ríos lo que le posibilitó viajar a Francia, Italia, Holanda. Expuso en el Museo de Arte Moderno de París, en la muestra Juventud del Mundo. En el año 1971 recibió el premio del Fondo Nacional de las Artes.Su trabajo ilustrando el Martín Fierro de Editorial Cátedra es de un valor increíble, con imágenes ampliamente logradas que transmiten real dramatismo. Dibujante excepcional imprime a sus creaciones un vigor, una fuerza que es sincera, fruto de su gran sensibilidad.En mi biblioteca conservo un ejemplar de la Revista ARTIEMPO del año 1969 con una entrevista de Osiris Chierico. En la misma Roberto expresaba: "Me entra una desazón tremenda pensando que mi pintura pueda no servir para nada y quisiera que gravitara de manera efectiva en el destino humano en momentos tan críticos como los que estamos viviendo." Esta frase revela fehacientemente su espíritu profundamente humano, utilizando precisamente el lenguaje expresionista para reclamar justicia a través de la imagen.Esta muestra que se inauguró en el Quirós el miércoles pasado es de suma importancia, no sólo por el valor de las obras que allí se exponen ( increíblemente bellas las obras que trajo su hija Marisa para exponer en ésta), sino porque es una manera de no olvidar a este enorme artista que vivió en Gualeguay, que caminó sus calles, que se inspiró en su misma gente, que sufrió carencias tanto o más que ellos, que desfalleció muchas veces y se levantó otras tantas, que amó y tuvo momentos muy felices, que supo del abrazo amigo y también de dolorosas indiferencias.Los invito a acercarse al Quirós pues allí descubrirán, quienes no han abordado aún su obra, el paisaje interior de un gran artista plástico, sus anhelos, sus miedos, sus pesares, sus ilusiones, y quienes alguna vez supieron admirar sus dibujos y pinturas, reencontrarse con el admirable arte de Roberto "Cachete" González, aquel muchacho que soñó que algún día podría convertirse en un gran artista, que puso empeño y corazón para lograrlo.Zélika Alarcón de Tamaño

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