LA HEGEMONÍA Y LOS BLOQUES DE PODER
El ejercicio de la política no es sólo gestión y administración. Sino que dentro de estos dos pilares fundamentales hay un subsuelo de acción que tiene que ver con el discurso. La construcción de un relato. El manejo eficiente y perfecto de la retórica pero trascendentalmente de la dialéctica.
Porque es allí, en el lenguaje, donde también se disputa el poder. La facultad de crear la conciencia colectiva de una sociedad para legitimar o volver ilegítimo los objetivos alcanzados y los que se requieren alcanzar es sumamente importante para los gobiernos de todo tipo, inclusive los democráticos. Que a pesar de contar con el aval de los ciudadanos, casi siempre se enfrentan a aquellos bloques de poder que sólo les importa sus intereses corporativos y de clase. Es en este lugar donde entra el concepto ideado por Antonio Gramsci de "hegemonía", el cual hace alusión a la dominación simbólica que necesitan los sectores que se encuentran en el poder para mantener el equilibrio de este favorable a ellos en toda la sociedad civil. La "batalla cultural" que se ha planteado desde el Gobierno Nacional y que tiene como principales contendientes al Grupo Clarín y al Kirchnerismo, es básicamente esto. Un enfrentamiento en la superestructura (diría Karl Marx) de la sociedad Argentina. Es decir, un combate que tiene por objetivo apoderarse de los mecanismos de construcción de sentido de las personas. En definitiva, es una contienda por la cultura. De hecho, Cristina Fernández de Kirchner, ha planteado ya que lo molesto para los sectores concentrados no es el déficit económico que pudiesen estar sufriendo sino la pérdida de ciertos símbolos culturales que consideraban únicamente suyos. Explicado esto, se puede llegar al punto de comprender el por qué del enfrentamiento del oficialismo con el multimedios: ambos intentan acaparar el poder que está en juego en la mencionada "batalla cultural" que se está llevando a cabo en nuestro país. Y es en este contexto donde toda la importancia que se le está dando al "7D" y la "Ley de Medios" en la agenda nacional toma sentido. Por más que muchos estemos de acuerdo con esta ley que sin lugar a dudas pluralizará las voces y evitará los monopolios de la información (sean oficialistas o "clarinistas") no podemos pecar de ingenuos y creer simplemente en la actitud benevolente del Gobierno. Esto, a mi entender, no es así. Desde el Ejecutivo se esta buscando desarticular la megaempresa creada por la corporación mediática para, de este modo, intentar regular la voz opositora más poderosa. Que no sólo cumple este papel sino también el rol de "Boss", concepto creado por Max Weber para designar al ente que se ubica en el trasfondo del escenario político, fabricando y protegiendo a los funcionarios públicos que considera potables para defender sus capitales. Tal es el caso actual de Mauricio Macri y su estrecha relación con el "Grupo Clarín". El cual le asegura protección mediática para posicionarlo favorablemente en los futuros comicios electorales y contar de esta manera con un candidato que les sea propio. Obviamente, esto implica que el líder del PRO no guarda en su libreto de acción un lugar privilegiado para las necesidades del pueblo. Volviendo al tema que nos compete en este artículo, cabe resaltar que todos los debates que se han dado en los últimos días sobre la "Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual" tienen una matriz política e ideológica ligada a la lucha por la hegemonía cultural. Es entonces que la opinión pública, como destinataria, se convierte en la principal meta de los bloques de poder en disputa. Sir Robert Peel expresó una buena caracterización de esta última: "la opinión pública es una mezcla de insensatez, fragilidad, prejuicios, opiniones incorrectas, opiniones correctas, obstinación y párrafos de diarios". Precisamente, es esta opinión la que ya no sólo es el objetivo sino además, el campo de juego en donde cada individuo, siguiendo el concepto esgrimido por Jesús Martín Barbero de "mediaciones", completa los mensajes que le llegan desde los medios masivos según sus instituciones culturales interiorizadas. He aquí de vuelta la verdadera fuerza de la noción de "cultura". Ésta marca los parámetros con los cuales nos relacionamos con lo que nos rodea, ya sean personas, partidos políticos, gobernantes, leyes, mensajes televisivos, fenómenos sociales, etc. Por esto su importancia en la estructura de toda construcción de poderío. Si las clases dominantes logran establecerse, adaptarse e inclusive cambiar a su favor nuestras pautas culturales consiguen dar un gigantesco paso para el dominio de nosotros y nuestras conciencias. En pocas palabras, de nuestro sentido común. A propósito de esto, Antonio Gramsci se refiere a él de la siguiente forma: "El sentido común no es algo rígido e inmóvil, pero está en continua transformación, enriqueciéndose con nociones científicas y filosóficas que han entrado en circulación común. Sentido común es el folklore de la filosofía y siempre está a medio camino entre el folclore propiamente dicho (folclore como se entiende normalmente) y de la filosofía, la ciencia y la economía de los científicos. El sentido común crea el folklore del futuro, una fase relativamente anquilosada del conocimiento popular en un momento y lugar determinados". Es en esa "continua transformación" del sentido común que plantea el intelectual marxista, en donde los poderosos intentan situarse para provocar que el cambio les rinda a sus beneficios simbólicos. Es por esto que el "Grupo Clarín" se encuentra incómodo con la legislación impulsada por el oficialismo. Porque no quiere un cambio cultural que deslegitime su retórica de años y que le permitió desestabilizar gobiernos, mantener sus privilegios y promulgar golpes de estado. Por su parte, el movimiento fundado por Néstor Kirchner, sabe bien que encontró al enemigo perfecto por el nefasto historial que posee en la historia Argentina. Entonces, aprovecha este recurso para procurar posicionarse en el imaginario colectivo como el bueno de la película (en colaboración con sus, tomando la conceptualización aportada por Umberto Eco, "guerrilleros semiológicos" como los periodistas de "678", Clarín también cuenta con los suyos). Cuando en realidad y más allá de los logros sociales alcanzados por el FPV, tienen bastantes cuentas pendientes y ciertos hechos que no son para nada envidiables. En fin, todos los sucesos que ocurren en el cotidiano nacional, ya sean delictivos, económicos, políticos, etc. Y que son presentados por los medios de comunicación social, no sólo son de sus respectivas índoles sino que intrínsicamente guardan una porción ideológica perteneciente a los medios que nos otorgan la noticia. Por esto, debemos tener cuidado con los mensajes que nos brindan y analizar lo mas que podamos los productos culturales que consumimos. Debido a que cada uno de ellos, representa un dispositivo tendiente a generar hegemonía y obtener la victoria en la tan aludida "batalla cultural".Julián Lazo Stegeman
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