MICAELA
¿Qué se puede decir sobre lo que ocurrió? La verdad no encuentro las expresiones necesarias para dimensionar lo que pasó con Micaela. En estos terribles acontecimientos las palabras no alcanzan. La angustia, la bronca y la conmoción son las que acaparan el panorama.
En el lapso de tiempo desde que se conoció el espantoso final hasta ahora, intenté reflexionar sobre lo que le pasó a ella, a Mica, una hija, una amiga, una deportista, una militante, una estudiante, una mujer con metas, objetivos, ideales y sueños. Pero no, las emociones afloran en todo momento que intento abordar este tristísimo suceso. Y seguramente esto será así siempre, no sólo para mí sino también para las tantas personas que sufrieron el impacto de tan terrible noticia. ¿Cómo pudo pasar esto? Es muy difícil explicar la pérdida de una vida inocente, se vuelve muy complicado, tantos sentimientos encontrados dificultan las respuestas. Sin embargo, hay tres nociones que se deben destacar imprescindiblemente: una cultura machista, una sociedad patriarcal y violenta, y una justicia que no es tal. ¿Por qué son importantes estas cuestiones? Porque sin ellas, el depravado, la inmundicia, la porquería, la aberración humana que le arrebató la vida a Micaela, no hubiera podido haber hecho lo que hizo. Lo que le pasó a Micaela García nos debe interpelar como sociedad. ¿Hasta cuando vamos a tolerar el odio en sus diversas formas hacia la mujer? ¿Hasta cuando se seguirá soportando la denigración y la violencia hacia lo femenino? ¿Hasta cuando se continuará subyugando a las mujeres en esta cultura machista y patriarcal? ¿Hasta cuando? Por otro lado, ¿cómo puede ser que la justicia quede en manos de juristas irresponsables y leyes ilógicas? ¿Cómo es posible que un juez suelte bajo libertad condicional a un criminal de semejante calaña, bajo condiciones irrisorias, a sabiendas de sus antecedentes y de que no estaba apto para salir de la cárcel? ¿Cómo se explica que se tomen esas horribles y fatales decisiones? Sin lugar a dudas los interrogantes son muchos, como también la bronca, la angustia y la indignación. La memoria y el recuerdo de Micaela deben volverse un símbolo en la lucha por una sociedad más justa e igualitaria. Deben convertirse en un poderoso rayo de luz que alumbre en las sombras de una sociedad violenta, machista, injusta y desigual. Deben transformarse en la fuerza necesaria para limpiar todas las porquerías que, lamentablemente, terminaron con su vida. En el final de un triste artículo que ojala nunca hubiera tenido que hacer, el más difícil de escribir, me queda enviarles mis mayores respetos y condolencias a la familia y amigos de Micaela García, un nombre que quedará grabado en todos nosotros.Julián Lazo Stegeman
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