Razón Crítica
La política y el cambio de paradigma
“Las revoluciones políticas más importantes se están produciendo en los laboratorios y las empresas tecnológicas.
Allí se está decidiendo si el futuro va a estar en nuestras manos y de qué modo” (Fuente: Daniel Innerarity, filósofo y ensayista español).
El pasado jueves, durante la sesión de la Comisión de Juicio Político en la que el Frente de Todos avanzó con el proceso para desplazar a los jueces de la Corte Suprema, Rodrigo De Loredo, Diputado de Evolución Radical, expuso un discurso en contra del oficialismo y su iniciativa para con los mencionados jueces. El mismo fue configurado a partir de inteligencia artificial (IA). El sistema utilizado por el legislador fue ChatGPT. Éste utiliza inteligencia artificial para interactuar con seres humanos y responder preguntas puntuales. Tiene más de 175 millones de parámetros y está entrenado para realizar tareas vinculadas al lenguaje. Puede traducir, generar texto o simplemente chatear. Lo más sorprendente es el nivel de redacción que tiene, la calidad de las respuestas y su complejidad. Tiene sentido del contexto, por lo que puede ir aprendiendo de lo que le dijimos un par de preguntas más arriba para usarlo en su próxima respuesta (Fuente: La Nación).
Más allá de las aristas propias y particulares de lo ocurrido en la Comisión de Juicio Político, esta intervención de De Loredo abre un debate alrededor de la tecnología, específicamente en este caso la inteligencia artificial, y sus relaciones con la política.
A los dinámicos procesos de digitalización que están atravesando a nuestra sociedad en todos sus ámbitos, incluida obviamente la práctica política, se le suman los complejos mecanismos que trae consigo la inteligencia artificial. El académico y especialista en estas temáticas, Enzo Giraldi, establece que “se están incorporando progresivamente desarrollos de inteligencia artificial que están llamados a profundizar y complejizar los cambios en marcha. Son herramientas que procesan información mediante algoritmos, en cantidades y a una velocidad que exceden la capacidad del cerebro humano. La inteligencia artificial lleva consigo la posibilidad del autoaprendizaje, es decir, la capacidad de los algoritmos de incorporar permanentemente nueva información y perfeccionar automáticamente sus recursos para analizarla, lo que permite a las máquinas generar su propio capital cognitivo”. Indudablemente estamos ante un enorme cambio de era. ¿Cómo impacta esta cuestión en nuestras formas y regímenes de gobierno?.
Sin lugar a dudas, pese a que la IA está hace un tiempo conviviendo con los seres humanos, muchos se están familiarizando con el concepto recientemente, incluidos muchos funcionarios públicos. En esta línea, los interrogantes con respecto a sus conexiones con la actividad política son variados, novedosos y complejos.
Es preciso marcar, en primera instancia, que la inteligencia artificial propondrá un giro total en las formas de liderazgos políticos en una sociedad cada vez más digitalizada y dinámica. Ya no alcanza con llenar plazas o acaparar las calles, las redes sociales ya son un hecho cultural en sí mismas y la praxis política no puede omitir este asunto.
Por otra parte, la IA es una tecnología basada en algoritmos, éstos a su vez, están sustentados en datos. A propósito de éstos últimos, en esta innovadora Era Digital, se han convertido en una fuente sumamente valiosa de recursos, no sólo económicos sino, además, políticos. Los interesados en esta actividad, encuentran en la tecnología todo un sistema sofisticado de obtención más simple y rápida de capital político a partir de conocer cada vez más en profundidad a sus posibles simpatizantes o base electoral mediante la obtención sistemática de datos. En este sentido, se han vuelto un recurso clave a la hora de hacer política.
El régimen republicano se ve y se verá cada vez más modificado mediante una sociedad que cuenta con herramientas más complejas al momento de involucrarse políticamente. Individuos como consumidores pero también como productores de información, colectivos cada vez más dinámicos y conectados pero, por otra parte, sujetos cada vez más individualizados en sus acciones y códigos, personas cada vez más controladas mediante la continua recolección que el sistema realiza de sus datos con las consecuentes derivas en menos libertad y más propensión a la vigilancia social de parte del poder, como planteaba Michel Foucault y , posteriormente, Gilles Deleuze.
En fin, la sociedad mundial está experimentando un cambio de paradigma y la política no es ajena a esto. Sus formas y procedimientos irán cambiando y esto se puede observar inclusive en los más pequeños detalles o intervenciones de los diversos funcionarios públicos.
Julián Lazo Stegeman