Exequiel Escobar: “Bolivia, corazón de América” (Entrega Nº 5)
Exequiel, Indalecio y Arturo van terminando su visita a la Isla del Sol. En esta entrega compartimos el último día allí, quizá el más activo y maavilloso en donde transitaron por los caminos del inca. Leerlo nos emociona y nos agita, pero vale. Después… el regreso a Copacabana y la Paz. ¿Seguimos con ellos este viaje- aventura? La verdad, ¡imperdible!
"...Así fue que al otro día, luego del almuerzo, alquilamos un bote y con entusiasmo más que con experiencia, remamos hasta un pequeño islote que se encuentra a unos 800 metros y que lleva por nombre "La Wasani". Es un islote repleto de rocas, en el cual poco se puede hacer más que admirar una vez más desde otra perspectiva lo inconmensurable del lago. El último día en la isla auspiciaba ser el que acabaría con todas nuestras fuerzas, si bien no lo logró, cerca estuvo. Nos propusimos ir a conocer el lado Sur de la isla, (nosotros estábamos en el lado Norte. La isla cuenta con tres comunidades, Yumani (Sur), Challa (Centro) y Challa Pampa (Norte)). Claro que el viaje era caminando, pues no existe otro medio de transporte, obviando la mula, dentro de la isla. A eso de las 10 de la mañana emprendimos el viaje, ya nos habían adelantado que llegar al otro lado de la isla, (aproximadamente unos 3 km a través de las montañas), implicaba no menos de cuatro horas, y al parecer no nos mintieron, pues a eso de las dos y media de la tarde, totalmente extenuados, llegamos al lado Sur y sin reparar demasiado en recorrer, famélicos y debilitados, nos dispusimos a almorzar. Una hora más tarde, algo ya revitalizados, fuimos a visitar una ruina inca que se encontraba de ese lado de la isla, la cual es conocida como el Templo Puma Punku. Impresionante lugar como ya nos ha acostumbrado esta genial civilización, pero en este caso aún más ya que en el mismo podía observarse habitáculos con su techo abovedado, prueba, que no abunda, de que sus técnicas constructivas no tenían mucho que envidiar a las que siguieron por años. Luego de las fotos de rigor, emprendimos el regreso, pero en esta ocasión por un camino que no demandaba tanto tiempo y energía: ¡tan sólo dos horas! A eso de las ocho, cuando el sol ya rehuía a seguir acompañándonos, llegamos a Challa Pampa. Luego de esta recomendada y desafiante travesía pedestre no quedó sino asearse y descansar lo mejor posible ya que en la mañana siguiente volveríamos a Copacabana, escala obligada para luego arribar a la ciudad de La Paz.Para recuperar fuerzas decidimos hacer noche en Copacabana y hacer de cuenta por ese día que estábamos de vacaciones. Fue así como aprovechamos a recorrer un poco más la ciudad y a contemplar el atardecer desde el puerto de la ciudad.Al alba, con un increíble cansancio, partimos hacia La Paz. Al llegar, nos dirigimos de inmediato a un hostel recomendado por compañeros de viaje que conocimos en la Isla del Sol. No exageraron en nada, un gran hostel, cómodo, muy buena atención y económico. La Paz, como imaginarán, al ser una ciudad capital, su tamaño es considerable y las actividades son múltiples. En nuestro primer día nos dispusimos a recorrer el centro de la ciudad, en el cual se encuentra la catedral, que como en toda Bolivia, la belleza y riqueza expuesta invita a ser un paso obligado. También acudimos al recomendado "Paseo de las brujas" en donde millares de locales exponen ungüentos, polvos y demás con promesas de riqueza, salud y amor entre otras. Incluso en estos locales se pueden ver fetos de llama disecados, pues el saber popular dice que con enterrar un feto debajo del suelo en donde construirás tu casa, traerá buena suerte en la construcción y en la vida que allí se lleve.Al poco tiempo de nuestro paseo, una lluvia torrencial provocó que volvamos al hostel y descansemos para el día siguiente el cual nos aguardaba con una excursión que tenía por rumbo el pueblo de Tiwanaku (Tihuanaco o Tiwanaco), pueblo que se encuentra a unos 60 km de la ciudad de La Paz. En éste se pueden visitar ruinas y hallazgos sorprendentes (incluso en la actualidad está en proceso el desentierro de una pirámide que se cree tiene unos 18 niveles. Se estima que las labores terminarán en unos diez años y que revelan características de la civilización preincaica que allí se estableció y que se conoce con el nombre de Tiwanaku, nombre que hoy día lleva dicho pueblo. Conocer los aspectos de esta civilización y elucubrar sobre su inexplicable extinción son argumentos más que válidos para no perderse esta excursión.Nos quedaba aún un día más en La Paz. Decidimos aprovecharlo recorriendo diversos museos y casas históricas que la ciudad tiene para ofrecer. Ya la tarde anterior, al regreso de la excursión, visitamos el Museo de la Coca. Pequeño, pero con vasta información para uno desasnarse acerca de la historia y evolución de la hoja de coca. Sobre la calle Jaen (un especie de pasaje de unos 200 metros) residen todos los que visitamos en nuestro último día: Museo de Instrumento Musicales de Bolivia (aquí se presenta una colección enorme de instrumentos de percusión, cuerda y viento de las diferentes regiones de Bolivia), Museo Casa de Murillo (Pedro Domingo Murillo, gestor de la revolución del 16 de julio de 1809) y Museo Costumbrista Juan de Vargas (en donde se muestra, en forma temática y artística, la fundación de La Paz, la época republicana y las costumbres y tradiciones). En esta cuadra también se encuentra el Museo de Metales Preciosos Precolombino, pero por refacciones no pudimos acceder. Anécdota que ha pasado a ser una excelente excusa para volver a visitar en otra oportunidad esta bulliciosa pero acogedora ciudad."
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