Sociedad y corrupción
Mucho se ha dicho en estos dias sobre las detenciones, primero, de Julio De Vido y, luego, de Amado Boudou. Muchos celebran, otros tantos refunfuñan, varios consideran oportuno el accionar de la justicia mientras que otros tantos se quejan por el modo en que se llevaron adelante las detenciones. Lo cierto es que dos figuras públicas de nuestra política nacional (me refiero a estos últimos dias ya que el abanico de ex funcionarios tras las rejas, lamentablemente, no termina en este binomio) están comprometidas en delitos de suma gravedad institucional.
Entonces, más allá de las vociferaciones a favor y en contra del Poder Judicial y de los datos cruzados que han ido circulando en estas últimas jornadas, me pregunto ¿qué nos pasa como sociedad para que la corrupción se haya ubicado tan fuertemente en nuestro país? Muchas de las respuestas al respecto rondan en torno a explicaciones culturalistas que vinculan al mencionado problema de la corrupción con una cuestión cultural de la Argentina. Sin ignorar las certezas que tal aseveración establece, en esta oportunidad propongo enfocar el tema desde otra cuestión: las condiciones materiales de nuestro país. Cuando me refiero a "circunstancias materiales", apunto aquellas circunstancias de índole estructural en donde la corrupción germina para luego instalarse culturalmente, hago hincapié en los factores económicos tales como la dependencia, la desigualdad y el subdesarrollo en donde la Argentina se encuentra. Este contexto desfavorable e histórico nos llevó como sociedad a movilizarnos en una ideología inconsciente que se presenta en discursos atomizantes, descolectivizadores e individualistas donde la política se ensucia y, además (y lo peor de todo), se tolera en esa inmundicia e inclusive se naturaliza. El tan trillado y triste "roban pero hacen" es una resultante de esta forma de vivir y pensar. Es, también, lo que debemos erradicar. Allí, precisamente, es donde está la principal dificultad, ¿cómo podemos erradicar ese discurso que se lleva a la praxis cuando las condiciones materiales de nuestro país muchas veces son complicadas? Es decir, ¿cómo podemos combatir la corrupción cuando vivimos en una sociedad segmentada y fracturada no sólo por colores políticos sino, y peor aún, por realidades económicas antagónicas entre diferentes sectores sociales? Reitero, la explicación al interrogante planteado en el primer párrafo tiene sus ribetes culturales, es cierto, pero la base de esos componentes provenientes de la cultura se asienta en lo material. O sea, ¿cómo estamos habilitados a combatir una contingencia de tal magnitud, que atenta gravemente contra la república, si hay cuestiones estructurales y/o económicas que vejan la posibilidad de una fuerte unión social, la cual es clave para combatir la ya mencionada contingencia? A fin de cuentas, si los problemas de base como la desigualdad, la pobreza, la dependencia y el subdesarrollo no son solucionados, la corrupción seguirá estando presente. Si no resolvemos estos asuntos, aquella seguirá teniendo un terreno fértil para su reproducción. Si no se modifica la estructura económica, la ideología allí formada con sus respectivos discursos seguirá alentando la continuidad de todo un sistema corrupto que lo único que hace es perjudicarnos. Nadie puede estar triste o negarse a que los políticos corruptos experimenten el peso de la justicia. No obstante, si no se arreglan los problemas de base estructural y económica, las detenciones no se detendrán ya que la corrupción continuará siendo moneda corriente.Julián Lazo Stegeman
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