Razón Crítica
Paremos la pelota
Por Julián Lazo Stegeman
La pandemia del COVID-19 nos muestra día a día las desastrosas consecuencias del accionar descontrolado y desregularizado de la mano del hombre sobre el medioambiente. Si la ciudadanía mundial no toma conciencia acerca del valor de los ecosistemas como base estructural sobre los cuales operan las diferentes actividades humanas en el modo de producción vigente y, por ende, necesitan ser cuidados y trabajados de manera responsable, el futuro del planeta se pronostica cubierto de una contaminación intolerable, sufriendo los avatares del calentamiento global y experimentando continuamente diferentes enfermedades de causas zoonóticas y agrotóxicas.
Sin ir más lejos, al triste cóctel de incendios, destrucción de humedales protegidos por ley y deforestaciones descomunales, en Argentina aún queda lugar, por ejemplo, para proyectos de megagranjas insustentables de cerdos y privatizaciones de espacios naturales y públicos.
La intención de la presente columna no es plantear un "ambientalismo nihilista" que se oponga a todo lo que no sea estrictamente natural y proponga un modo de vida sólo aplicable a una sociedad tribal, lo cual en esta etapa de la historia sería impracticable. En realidad, lo que se pretende plasmar en este editorial es la necesidad de un modo de producción sustentable y ecológico, donde la búsqueda de rentabilidades y beneficios económicos no cercene las posibilidades de progreso en el futuro. En este sentido, ante cada iniciativa de impacto socio-ambiental es sumamente importante que las autoridades competentes y los actores involucrados cuiden las formas, respeten las regulaciones y construyan los consensos necesarios en donde se abarquen los derechos de las mayorías y minorías implicadas y nadie se vea perjudicado.
En fin, como se dice coloquialmente, es tiempo de parar la pelota. Es preciso que la gobernanza mundial y las sociedades civiles de los diversos países comiencen a cambiar la perspectiva antropocéntrica que mantienen en relación al medioambiente y empiecen a comprender que la humanidad no está por fuera ni por encima de los ecosistemas, sino que forma parte de ellos. Debe quedar claro lo siguiente: el porvenir del planeta requiere de un profundo equilibrio socioeconómico y ambiental.