La falacia del "Día de las Amércias"
El llamado Día de las Américas, en realidad, surgió como una estrategia de los Estados Unidos para incorporar a Latinoamérica a su mercado, este objetivo se corrobora con el accionar que adoptó en las Conferencias y la violación de los principios constitutivos que surgieron en la Primera Conferencia (1889–1890), descripta con una visión extraordinaria por José Martí, corresponsal ante el Diario “La Nación”.
América para los "americanos" Tras el fracaso Congreso de Panamá, convocado por Bolívar en 1826 para establecer una confederación de los estados hispanoamericanos, en 1889, Estados Unidos, invita a reunirse, conforme a la Doctrina Monroe, a los países americanos a la Primera Conferencia Internacional Americana a celebrarse en Washington. De ésta surge la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas, luego llamada Unión Panamericana y finalmente constituir la OEA. Las razones de esta convocatoria despertaron desconfianzas en algunos gobiernos y varios diplomáticos. Así lo explica, magistralmente, Martí:"Jamás hubo en América, de la independencia acá, asunto que requiera más sensatez, ni obligue a más vigilancia, ni pida examen más claro y minucioso, que el convite que los Estados Unidos potentes, repletos de productos invendibles: y determinados a extender sus dominios en América, hacen a las naciones americanas de menos poder, ligadas por el comercio con los pueblos europeos, para ajustar una liga contra Europa, y cerrar tratos con el resto del mundo." Hasta entonces, como es sabido, el comercio y la participación en el mercado mundial de Suramérica, no estando para nada excluida Argentina, estaba dirigido por Europa, fundamentalmente por Inglaterra, bajo el perfil impuesto de países proveedores de materia prima y consumidores de productos industrializados... colonias, al fin. Estados Unidos debía, por lo tanto, absorber a Latinoamérica para competir con la economía europea, bajo las mismas reglas del juego, contar con mercados, en definitiva, con colonias. "De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora, después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia."Bajo el poder del "país guía"En octubre de 1889 comienzan a llegar los diplomáticos a Washington y, tras la ceremonia de recepción, los diarios neoyorquinos no ocultaron la intención del proyecto:Mail and Express: "70 huéspedes que vienen a seguir nuestra guía; la alianza que hemos solicitado y que vienen a ajustar nuestros huéspedes."New York Tribune: "ha llegado la hora de hacer sentir nuestra influencia en América: el aplauso de los delegados al discurso de Blaine fue una ovación".New York Sun: "Están vendidos a los ingleses estos sudamericanos que se le oponen a Blaine"En otro aspecto el New York Herald, aporta sobre una particular estrategia: "Es un tanto curiosa la idea de echar a andar en ferrocarril, para que vean cómo machacamos el hierro y hacemos zapatos, a veintisiete diplomáticos, y hombres de marca, de países donde no se acaba de nacer". El caso es que los huéspedes viajarían en el tren palacio, durante más de un mes, para conocer todas bondades de EE.UU, el desarrollo industrial, la organización militar, las expresiones culturales y arquitectónicas, los pozos petroleros, la brillante explotación agrícola-ganadera y tantas cosas más que, a modo de catálogo, ofrecían para convencer sobre el pujante país que abría sus brazos solidariamente frente a la frialdad comercial de Inglaterra, Holanda y el resto de Europa. Cabe destacar que Argentina, Chile y México no participaron, por razones particulares, de esta "emblemática travesía".El Día de las Américas En la Primera Conferencia Internacional Americana, Estados Unidos presenta una serie de objetivos para reafirmar los ideales de paz y solidaridad continental para garantizar la soberanía de los países y su desarrollo económico proponiendo para ello una unión aduanera, de la comunicación y un sistema unificador de derechos aduaneros, un sistema común de pesos y medidas y el establecimiento de la plata como patrón monetario, elaboración de una legislación sanitaria y propiedad literaria y de un plan de arbitraje para los conflictos internacionales americanos. No se firmaron tratados, fueron sólo recomendaciones, creándose el 14 de abril la Unión Internacional de las Repúblicas Americanas por este hecho, en 1930, el Consejo Directivo de la Unión Panamericana, declara esa fecha como Día de las Américas. Si bien este organismo permitió la discusión, el posicionamiento en el ámbito americano e internacional de los países que lo integraban y la creación de organismos oficiales todos con sede en Washington, en las Conferencias y decisiones del Consejo, se manifestó el original propósito estadounidense, incluyendo la violación de los objetivos convocantes.La incompatibilidad de las doctrinas Monroe y Drago Como muestra del accionar de EE.UU. vale mencionar en primer lugar la postura que adopta ante el bloqueo naval a Venezuela y el bombardeo de Puerto Cabello por parte de Gran Bretaña y Alemania en 1903, por haber suspendido el pago de la deuda a dichos países como consecuencia de la pobreza en que se veía sumergida luego de una devastadora guerra civil. Ante el reclamo de apoyo y protesta venezolana a los países americanos y la negativa de intervención por parte del gobierno estadounidense, el canciller argentino Luís María Drago, exige la inmediata aplicación de la Doctrina Monroe fundamentando que "una deuda pública no puede dar lugar a una intervención armada ni (mucho) menos ocupación territorial del suelo de naciones americanas por una potencia europea". El presidente Roosevelt hace caso omiso a este principio e incluso en la 3era Conferencia Panamericana realizada en Río de Janeiro, Estados Unidos impidió que se tratara la "Doctrina Drago", más, redobla la apuesta con el llamado Corolario Roosevelt a la Doctrina Monroe, por el cual, "si un país bajo influencia norteamericana amenazaba propiedades o derechos de ciudadanos estadounidenses era deber de los EEUU intervenir en los asuntos internos del "desquiciado" país y reencauzarlos, restableciendo los derechos y el patrimonio de los ciudadanos norteamericanos o sus empresas". La solidaridad, la paz y la soberanía de Latinoamérica quedaron al arbitrio de las interpretaciones estadounidenses: en 1903 invade la provincia colombiana de Panamá, obteniendo concesiones para un futuro canal interoceánico, en 1914 ocupa el puerto de Veracruz tras el Incidente de Tampico, procede a la intervención de Haití (1915), Honduras, Santo Domingo (1916) y la Nicaragua sandinista (1927).La "Diplomacia de Control" En definitiva, y en su accionar interno, la Unión Panamericana fue una máscara de la triangulación entre EE.UU., Gran Bretaña y Latinoamérica, en la que los dos primeros se disputaban al tercero. Estados Unidos asumió, entonces, una diplomacia de control para ganar voluntades de los gobiernos y pueblos Latinoamericanos con el fin convertirse en la "única opción de desarrollo", bajo una cultura proestadounidense. Por entonces, la Argentina fue receptora de una legión de misiones diplomáticas provenientes de EE.UU. y Gran Bretaña - con quien seguía manteniendo una estrecha relación comercial-, para definir su postura y su molesta participación, con más desacuerdos que acuerdos, en la Unión Panamericana y durante las Conferencias. La Esperanza de una Segunda Independencia La segunda independencia, como decía Martí, de la "otra América", puede resultar difícil pero se manifiesta una consciencia de la mayoría de los países comenzando por los de Suramérica y continuando con los de Latinoamérica de lograr una verdadera soberanía pero ésta debe consolidarse, más allá de las posturas frente al ALCA, la formación de la UNASUR y de los intentos de las políticas de estado, desde la convicción de los pueblos por lograr una independencia que perdure y se sostenga porque, la decadencia de un amo no implica la desaparición del servilismo pues no sea que, algún día, tengamos que aprender obligatoriamente, por ejemplo, mandarín.
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