Beba Prinos: su viaje a Israel

Tel Avic es una ciudad preciosa, y a 18 km. de ella está la ciudad nueva. La llaman así porque solamente tiene 20 años, muy moderna; todos los edificios son altos y de vidrio. Según entendí surge porque los habitantes querían una ciudad que no tuviera que nada que ver con los horrores del pasado. Una de las características que me maravilló de esos lugares son las rutas con jardines a sus costados. Jamás vi rutas tan hermosas por el colorido de las plantas que las bordean.En Israel los carecen de agua, pero han implementado un sistema de riego por goteo. El guía nos explicaba que las plantas tienen esa plenitud porque reciben la medida justa de agua que necesitan. Son plantas que tenemos acá, como Santa Rita, alegrías del hogar, por ejemplo. Y en las laderas de las montañas hay pinos, otra cosa que me dejó asombrada, ya que es arena y roca.Según nos explicaban, la tradición dice que por cada persona que fallecía se plantaban 5 árboles; hoy día lo hacen también. Si hay argentinos que tienen familiares que fallecen en Israel, se envía el dinero para que se planten 5 árboles. Y eso continuará. Cada grupo de árboles tiene una plaqueta con el nombre de la persona fallecida.Durante los 3 días que estuvimos en Tel Avic visitamos entre otros lugares como Masada, el Mar Muerto. En la actualidad, Masada es un destacado sitio turístico, a la vez que posee una importante carga simbólica para el nacionalismo judío. Es desértica, es una montaña aislada que se encuentra en los bordes orientales del desierto de Judea cerca del Mar Muerto. En ese macizo hay un castillo enorme que mandó construir e rey Herodes. Tenía espacios para tomar baños, piletas, ¡y no hay agua en el lugar! Ellos tomaron en cuenta que en ciertas temporadas llovía y había inundaciones, entonces la almacenaban en represas. Fue un desafío a las fuerzas de la naturaleza mediante las construcciones de fabulosas piletas en uno de los lugares más áridos del universo. Esta cantidad de agua era suficiente para beber, bañarse, cultivar verduras.El guía nos explicó que trajeron muchos esclavos para construir semejante obra.Recuerdo que mi hija me dijo: "Mamá, hoy vamos a Masada y vos te vas a quedar sentada en una confitería porque hay que caminar muchísimo". Mi respuesta fue ¡ah, no, yo voy! Cuando llegamos a una determinada altura nos dimos cuenta que había sillas para trasladarse, pero igual había que caminar mucho. De ese gran castillo sólo quedan ruinas.Después fuimos al Monte de los Olivos. Yo esperaba encontrarme con un monte y con olivos que era lo que aprendí de chica en el colegio. Ahora está todo edificado, son construcciones antiguas.En el Monte de los Olivos hay una terraza desde la cual se puede ver todo el panorama. Abajo hay un cementerio muy grande. Nos dijeron que quienes están sepultados ahí son las personas que tenían la certeza de que cuando venga el Mesías, ellos van a resucitar. También desde esa terraza se ven cúpulas importantes, muchas doradas, pertenecientes a de sinagogas.Uno de los lugares a los que esperaba llegar era a la iglesia de Santa Catalina ya que le había prometido a una amiga traerle una estampita de allí por su gran devoción, pero estaba cerrada por remodelación. Como me quedé tan triste, mi hija le tomó una foto del exterior ya que en la parte alta del templo está la imagen de la santa.Otro día visitamos Cesárea, ciudad de cruzadas, que me gustó mucho ya que fuimos al teatro romano el que me hizo acordar mucho al anfiteatro que está en Atenas, al lado del Partenón, un poco más chico nada más. En ese anfiteatro de Cesárea se realizan conciertos porque dicen que tiene una acústica excelente, a pesar que está en ruinas. Ahí se está sobre la costa del Mediterráneo que baña esa zona y es maravilloso.(continuará)