Pbro. Jorge H. Leiva
Fraternidad, libertad y memoria para un nuevo tiempo
En la asunción del nuevo presidente, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, dijo que “Nuestro país es nuestra casa” y refirió que “somos conscientes que nuestra casa ha sufrido y sufre muchas tormentas; sufre torrentes de exclusión, de dignidades pisoteadas, de inflación, de grietas, de intereses mezquinos, de desencanto y de sueños rotos”.
“Por eso hoy nos toca a nosotros recordar, reforzar y valorar los cimientos que nos permitieron mantener viva la esperanza en los momentos más acérrimos, porque siempre es posible renacer si lo hacemos entre todos”, agregó, y citó tres cimientos, a saber: “Uno de los cimientos más golpeados, que necesitamos forjar nuevamente es la fraternidad”, y abogó por “insistir una y mil veces con trabajar la unidad entre los argentinos”.
En este sentido, el arzobispo de Buenos Aires subrayó que “las heridas y urgencias de nuestro pueblo piden a todos, pero especialmente a la clase dirigente la capacidad de comprometerse con la fraternidad social”, que “exige la radicalidad de no enfrentarnos unos contra otros”.
“El segundo cimiento a recuperar para que ese sueño llamado Patria siga inspirando a las nuevas generaciones, es la libertad”, consignó García Cuerva. Y amplió: “Como hermanos en la fe, todos los aquí presentes compartimos la creencia en un Dios liberador. Un Dios que nos quiere liberar de la opresión, de la codicia y la avaricia, de la injusticia y la iniquidad, y de toda forma de violencia”.
“Como nos dice el Papa Francisco: la verdadera libertad se expresa plenamente en la caridad. No hay libertad sin amor”, refirió el prelado. Y agregó que el tercer cimiento “es la memoria”, es “recuperar nuestra historia y reconocer a los hombres y mujeres que forjaron la Patria desde sus inicios y que cimentaron las bases de la organización nacional”, como “la soberanía popular, el sistema representativo, la forma republicana, el federalismo”.
“Hoy es revolucionario sostenernos en la esperanza y crear oportunidades; por eso invocamos al Espíritu Santo, fuerza y amor de Dios, para que nos ayude a fraguar los cimientos de la Patria, y así, entre todos, construir nuestra casa, nuestra amada Argentina”, concluyó el arzobispo porteño. En nuestra ciudad, en nuestra provincia, siguiendo las palabras del arzobispo de Buenos Aires, dejemos que el Espíritu Santo nos llame a la esperanza y nos ayude a vivir en la verdadera fraternidad, en la verdad sin relativismos, en la memoria que asume y sana. El adviento que estamos viviendo y la Navidad que se acerca serán buenas ocasiones para ejercitar las almas y los pueblos en estas tres consignas.