Emilio B. Arengo, poeta gualeguayense
En los turbulentos años de la década de 1870, cuando las tierras entrerrianas eran asoladas por las rebeliones que siguieron al asesinato de Urquiza, el joven Emilio B. Arengo era consagrado por los gualeguayenses de ese tiempo como su principal poeta. La vida de Arengo fue muy breve.-
Los duros años llegaban a su fin. Las guerras originadas por las revueltas jordanistas en Entre Ríos ya eran parte del pasado. Junto a este ocaso, se extinguía la vida del joven poeta Emilio B. Arengo, el vate gualeguayense de esa época. El domingo 11 de agosto de 1878 se apagaba la corta existencia de quien prometía días de esplendor a la poesía lugareña. Emilio B. Arengo fallecía a los 25 años de edad. Había nacido en 1853 y desde su adolescencia sintió el llamado de las musas. Sus composiciones, inspiradas en las corrientes románticas, desgranaban armonías en las páginas de La Unión, periódico político, comercial y noticioso, dirigido por Delfín Rizo y editado en el local de calle San Lorenzo (hoy Gregorio Morán) con fondos a la casa del Sr. Campodónico, de la Plaza Constitución, una cuadra hacia el este. En estas páginas campeaba con su ágil pluma en la viril defensa de sus ideales políticos. Talento e inspiración fecunda adornaba su personalidad. Al morir tan temprano, privó a Gualeguay de un joven que sin lugar a dudas prometía. Al momento de su fallecimiento se desempeñaba al frente de la Secretaría de la Jefatura de Policía. Vale la pena transcribir algunas de sus creaciones, advirtiendo que debemos leerlas considerando que el joven poeta abrevaba en el romanticismo y sus versos pueden tener una estética opinable. Aquí se lamenta del ser perdido: "La brisa matinal y juguetona/ discurriendo en mil giros agradecidos/ impregnada de esencias bienolientes/ con dulzura mi rostro acariciando/ De inmenso gozo/De gozo extraño/ Inundaba mi ser, mi vida entera/ bajo el aspecto de aquel puro encanto/ Tales eran las horas venturosas/ que huyeron para siempre,/ amada mía/ Hoy mi vida es un mar de sinsabores/ de inquietud, de dolor... oh/ no, no es vida" Lo cierto es que Arengo era para los gualeguayenses todo un personaje de excepción y no había acto o celebración que no lo contara entre los principales oradores. El hombre no se hacía rogar y ahí nomás se largaba tan pronto con una "arenga" a lo Arengo, un discurso interminable o algún recitado de una de sus aplaudidas creaciones. Así, por ejemplo, lo encontramos hablando en el acto inaugural del primer reloj público, el que hoy está en la iglesia San Antonio, pero que fue instalado primigeniamente en la torre de la Jefatura de Policía el sábado 8 de septiembre de 1877. En la oportunidad, el joven bardo dice: "seré breve" y arremete con una disquisición cuya transcripción ocupa a La Unión dos columnas de letras microscópicas (téngase en cuenta que era de los llamados periódicos "sábana" por su tamaño). Algunos párrafos: "... Gualeguay acaba de dar un paso más en la ancha y dilatada vía del progreso; en esa vía luminosa que el divino dedo del gran Arquitecto de los mundos (no olvidemos que en la ciudad proliferaban los masones en esos días...!!!) tiene trazada en el inmenso e ininvestigable vacío del infinito..."... Y qué serían, sino esas multitudes de globos que forman otros distintos sistemas planetarios como el nuestro de los cuales nos da escasa cuenta la Astronomía?"No serían nada, no existirían y permitidme que suponga que tampoco habrían existido jamás sin la ley del progreso."... Cuarenta siglos constituyen la edad profana de nuestro Globo, desde la supuesta creación hasta la venida de Jesucristo, y fueron la cuna de grandes acontecimientos científicos, artísticos e industriales realizados por el talento escudriñador y privilegiado de los inspirados genios que en aquella época aparecieron."... Si la frente del vecindario gualeguayense no está abatida, después de su reciente obra, debe continuar en la ruta que ha elegido, y bien pronto veremos remontar su importancia en alas de la grandeza, de la misma manera que el altivo cóndor alza su atractivo vuelo en los aires hasta detenerlo en las nubes, desde donde se cierne como un punto negro sobre el planeta que le presta abrigo. He dicho."Recordemos que se estaba inaugurando el reloj público...
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